jueves, 13 de febrero de 2020





LEYES NECESARIAS

Un día lo miras y te das cuenta de que ya no. Que ya no es él. Que sus ojos vacíos ya jamás te mirarán como antes. Te haces a la idea y te olvidas casi de lo que había sido. Del antes. De esa época en que te llevaba de paseo, te pedía una cocacola y te sentaba en sus rodillas. O de cuando te echaba broncas por llegar a las tantas. O por vestirte así o asá. Ya no te acuerdas. Es como si ese tiempo nunca hubiera existido. Como esa película que sabes que ya no volverás a ver. Para entonces ya están lejos los lloros y el berrinche del principio. Y el cabrearse con el mundo cuando llega el diagnóstico y ves que ya. Que ya le toca. Que nadie es para siempre y que su número ha salido. Y el mal avanza, demoledor y seco, implacable y voraz. Tanto que hay mañanas, cuando te acercas a él, en que le ves la cara y piensas que por qué. Que por qué no sucede. Que incluso él parece desearlo. Que su labor se cumplió. Que fue un hombre bueno y que no merece esto. Que no hizo daño a nadie. Que disfrutó de su familia, de sus amigos, de sus aficiones. Que vivió y que ahora la vida se le va escapando de forma dolorosa. Porque al principio no. No sufría. O al menos no era tan patente. Pero es que ahora lo ves. Notas su esfuerzo al respirar y ya ni abre los ojos. Hace tiempo que no te dice nada y el único vínculo es su mano. Cogerle de la mano para que lo sepa. Que sepa que estás ahí. Que no te has marchado. Que no te vas a ir mientras que él no lo haga. Aunque te duela verlo. Aunque muchas mañanas, tras dejarlo, te desplomes sobre un banco, al sol y sola, y te eches a llorar. Y desees que pase hoy o mañana. Lo antes posible. Y que si no es posible te permitan que lo sea. Porque te parte el alma verlo así. Porque es cruel. Porque es injusto. Porque es absurdo.

Porque lo amas.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb

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