viernes, 21 de junio de 2019




CAPERUCITA POSTAL

Hoy he enviado una carta muy especial. Era para un niño que me escribió y me dijo cosas muy chupis, como que era una diosa de la poesía y lindezas parecidas. Fue una historia bonita: estuve en su cole hace unos meses, con el “A todos mis amores” y me preguntó si alguna vez me habían mandado una carta de amor. Le dije que no y me respondió, resuelto: 

Yo te la mandaré.

Y ahí estaba, anteayer a mediodía en mi buzón, que menudo brinco di al abrirlo. Llevaba la dirección escrita en la parte superior izquierda, y es que yo creo que desde los reyes magos ese chaval no le había escrito a nadie. Y tenía muchas faltas de ortografía, de modo que aproveché que el chico me había confesado que se aburre para recomendarle que lea. Que eso es muy bueno contra el aburrimiento y también contra la mala ortografía (esto segundo no se lo escribí). Y le hice un soneto de niños que se aburren. Todo en una postal muy mona, que me costó lo mío dar con ella porque si vas a buscar tarjetas solo encuentras de cumpleaños, de amor y de festejos varios. Hasta tuve que abrir el paquete en la papelería, no fuera a ser que bajo el sobre pusiera algo en plan “Eres el hombre de mi vida” y la liase, que el chaval tiene once años y lo de la pederastia está a la orden del día. De modo que una vez finalizado el proceso postal-escritura-sobre, solo me faltaba el sello. Y me llevé un sorpresón cuando la estanquera me puso en el mostrador esta viñeta tan linda de Caperucita, que casi me hizo llorar de la emoción, moñas que es una. Y ya, camino del buzón, pensaba en la suerte de ese niño, que va al cole solo por las mañanas, que hace pirámides con palillos, que tiene despensa, agua caliente y vacaciones y que recibe cartas en cuyo sello aparece Caperucita en vez de Franco.

#SafeCreative Mina Cb

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