domingo, 20 de marzo de 2016




NUNCA PERTENECERÍA A UN CLUB QUE ME ADMITIERA COMO SOCIO

… Decía Groucho Marx.

Pues bien: a mí creo que va a acabar pasándome lo mismo:

Y es que empiezo a extra hasta el moño chorongo con lacitos de los grupos del guasáp.

Que sí… que al principio molan un montón , porque no estás en ninguno, y porque te hacen compañía… y hasta porque te sientes importante.

Pero se están convirtiendo en una plaga.

Y es que antes tenías el del curro, el de los amigos y, como mucho, el de la familia. Pero conforme la cosa avanza el tema se va diversificando y al final casi tienes más grupos que contactos: que si el del gimnasio, que si el de la asociación de vecinos, que si el de “amigos II”, que son los amigos que son amigos pero no están localizables todo el tiempo aunque hay que tenerlos en cuenta para según que cosas como, por ejemplo, la cena de Reyes o la cuota de la Primitiva, el de padres dedicados a espiar a los hijos adolescentes los fines de semana, el de ex compañeras de trabajo a las que ya no ves pero que ahí está el grupo, el de antiguos alumnos de la escuela, del instituto, de la universidad… Vamos, que sólo te falta el de ex parejas y el de suscritos a compañías de seguros que trabajen con la misma funeraria…

En fin… que esto es un sindiós. Yo, por ejemplo, me inscribí en uno de aficionados a la micología… No sé… una temporada que me dio por ahí. Pues bien, como entre los contactos había uno de esos personajes que se sienten solos y que no tienen más que ese grupo (una rara avis, sí), el tipo se dedicaba a llenar el chat de vídeos y bobadas de esas que los novatos reenvían a todo el mundo porque les parecen graciosísismas. Y en plena consulta de un usuario, que estaba a punto de echar a la sartén un puñado de setas de colorines y que mandaba una foto para saber si eran o no comestibles, el gracioso colgó un rovellón que confundió al experto, el cual no llegó a ver la amanita phalloides que el otro pobre incauto estaba a punto de degustar, y si no es porque a alguien se le encendió la bombilla el desafortunado comensal entra a engrosar el grupo de componentes del chat de la aseguradora de la funeraria.
El caso: que hubo necesidad de abrir otro grupo, el “Seta II”, en el que no se incluyó al nota. Y ahora es un follón. Porque recibes las noticias en estéreo. Y ya no sabes si estás en el chat bueno o en el malo. Y a mí me da no sé qué borrarme del primero… Porque esa es otra: que los grupos de whatsapp son como la mafia; que entrar es sencillo pero salir es un marrón. Que si te vas por las bravas a los otros les aparece ese mensaje de “666666666 abandonó el grupo”. Y a ver cómo lo justificas. Porque antes de largarte tienes que dar una explicación convincente, más o menos como hice yo cuando me metieron en un chat (otro asunto… que cualquiera que te tenga entre sus contactos te puede incluir en un grupo sin pedirte permiso) llamado “Amigos de María” (de la virgen digo). Y yo, por no quedar mal, les dije que me iba porque no me consideraba digna de tal honor puesto que, en mis ratos libres, le doy al anisete. Claro que fue peor el remedio que la enfermedad, porque al día siguiente alguien me había añadido a un grupo de conversación de Alcohólicos Anónimos.

Y a ver qué me invento yo ahora…

#SafeCreative Mina Cb

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