domingo, 24 de enero de 2016



LA FASCINACIÓN DEL OLVIDO

La gran desventaja que tiene la escritura con respecto a la fotografía es que se pueden tomar mil instantáneas de lo mismo y nunca se ve igual, mientras que las sensaciones que se intentan plasmar por escrito suenan a palabras repetidas un millón de veces.

Suelo hablar con frecuencia de la fascinación que sobre mí ejercen los lugares olvidados, sobre todo si estos espacios se han dedicado a actividades laborales. Y dicha fascinación se multiplica por mil si se trata de talleres, fábricas u otros espacios en los que haya maquinaria.
Esta caseta abandonada captó mi atención hace unos días. Es uno de esos edificios junto a los que se pasa con frecuencia pero que simplemente están ahí, como los árboles, las matas o las líneas trazadas sobre el firme de la carretera. Nunca me había interesado. Es más, podía haberme muerto de vieja y ella seguramente seguiría allí, intemporal y silenciosa, dejando que la corrosión y el sol fueran pulverizando poco a poco su olvidado mobiliario.

 Debe ser de esos escondites que a los niños les encantan: una sala de mando desde la cual se puede dirigir un barco, el cuarto de máquinas en el que varios operarios accionan al unísono las ruecas encargadas de regular el mecanismo de un sistema de tortura, un escondrijo en el que maquinar planes maquiavélicos, el escenario ideal para un asesinato de los que investigaba Sherlock Holmes… En definitiva: un paraíso en el que recluirse y dejar volar la imaginación mientras que la humedad, el barro y las arañas se dedican en silencio a reducir a polvo esta entrañable colección de objetos que antaño formaron parte del tejido industrial de la cuidad.

Algo tiene el olvido…

#SafeCreative Mina Cb

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