lunes, 1 de octubre de 2018

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 VENUS EN ZAPATOS

Quiso, por hacerse un nombre
un pintor algo novato
emular a los maestros
elaborando el retrato
de una moza de buen ver
que hacía el bachillerato
y posaría vestida
con solo un par de zapatos
sobre el sofá de su estudio
acompañada de un gato.

Se pusieron al asunto
pictórico de inmediato
porque tenía el artista
apalabrado un contrato
a través de su marchante
(un tipo de gran olfato)
para exponer en París
con mucha pompa y boato.

Se despelotó la moza,
se acicaló sin recato,
se repeinó la melena,
se acomodó junto al gato
y empezaron la sesión,
que en realidad fue un conato,
porque en cuanto vio el artista
a la venus en zapatos
se le cayó la paleta
y le explotó el termostato:
sudores por todo el cuerpo,
las órbitas como platos
y una mal disimulada
erección de campeonato.

Se mostró presta la bella,
juzgándolo hasta sensato,
a socorrer al galán...

y el resto no lo relato.

Se repitieron las citas
siempre de modo tan grato
que, al final, no había forma
de terminar el retrato
mientras llegaba la fecha
establecida en el trato
del pintor y su marchante,
de París y del boato
hasta que dijo el artista:

“¡Basta de concubinato!
Te voy a pintar vestida
y acabamos en un rato.”

#SafeCreative Mina Cb

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