sábado, 27 de octubre de 2018

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AÚN HAY ESPERANZA

Lo acabo de escuchar en la radio y estoy que no meo de felicidad. Lo del cambio de hora digo. Que no es el último. O sea que la decisión definitiva será aplicada a partir de octubre del año que viene. Que igual esto se dijo desde el principio pero es que yo soy muy lerda y no me cosqué bien. Y pensaba que este cambio podía ser el último. Y que ya nunca más vería anochecer a las nueve y media de la tarde, y que me tendría que resignar a vivir sin esa ilusión que mantengo cada invierno de que llegue el último sábado de marzo y me devuelvan mi horita más de luz, y pueda remolonear por el campo hasta las siete por lo menos. Y no tenga, si quiero ver el sol, que salir de casa con el último bocado en la mandíbula y sin siesta cuando trabajo de mañana. Y que no acabe de currar de noche todo el año. Y que ese terraceo de los inicios de la primavera arranque con los últimos rayos de la tarde. Y que la cuidad no se vacíe tan temprano.

Y es que yo asocio luz y vida, qué le vamos a hacer. Y ya sé que llevamos un desfase de la pera limonera, pero me da lo mismo. También salimos del tajo más tarde que nuestros vecinos los europeos. Y entramos más tarde y, además (y ya me jode reconocerlo), malgastamos mucho tiempo en tonterías y luego no nos cunde. Y nos vamos a las tantas. Porque en este país, fichar a tu hora está mal visto de narices. Y vale que es una pena que si se deja el horario estival en enero se haga de día casi a las diez de la mañana. Pero es más triste que la noche caiga a las cinco de la tarde. Y que aún encima se nos quite ese balón de oxígeno de saber que es temporal y que, pese al jetlag que nos invade la primera semana, el día va a volver a prolongarse tras el equinoccio de primavera.

El caso... que yo ya me estaba preparando para el harakiri de mañana, porque es evidente que la decisión no me van a dejar tomarla a mí, sino que la van a tonar los empresarios. Y a los empresarios cuanta menos luz mejor, que así no nos despistamos ni nos morimos de ganas de largarnos en cuanto dé la hora, de modo que ojalá me equivoque pero me da que estamos abocados a ser como los suecos pero en pobre y en defraudador.

Pero a lo que iba... que estaba con lo del harakiri cuando he escuchado lo de que aún nos queda el último cambio antes de establecer el huso definitivo, de modo que he descorchado una botella de champán, me he puesto a bailar por la cocina y he decidido que, en previsión de lo que pueda suceder, el próximo verano lo voy a disfrutar como si no hubiera mañana.

O más bien como si Europa no existiera.

#SafeCreative Mina Cb

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