domingo, 22 de diciembre de 2013





TAN DEPRISA…
 
Iba tan deprisa que a veces le costaba seguir sus propios pasos. Tan deprisa que más que vivir la vida la consumía, como se consume un cigarrillo, aspirando con fuerza y sin pararse a mirar la columna de ceniza que se forma al otro lado. Tan deprisa que los relojes se detenían a su paso, que los calendarios se despojaban de sus hojas en bandadas, como lo hacen los árboles al llegar el otoño. Tan deprisa que el planeta se le hacía pequeño, que las enciclopedias no albergaban un saber suficiente como para satisfacerle. Tan deprisa que cambió su agenda por librillos de papel de fumar. Tan deprisa que los rostros del presente quedaban congelados en el acto ante sus ojos, transformándose en ajadas fotografías amarillas. Tan deprisa que incluso olvidaba los recuerdos en el mismo momento de haberlos vivido. Tan deprisa que nadie, incluso aquéllos que lo amaban de corazón, era capaz de seguirle.
 
Tan deprisa… que terminó perdiéndose a sí mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario