ESPÉRAME
Espérame
con la
misma avidez con que la flor espera
la
llegada del rocío,
con la
misma calma con que el perro espera
la mano
de su dueño,
con la
misma dulzura con que el otoño espera
a las
primeras nieves.
Espérame
sin
querer consumirme entera antes de tiempo,
sin
derribar las puertas que esperan ser abiertas,
sin
agotar los días que quieren ser vividos.
Espérame
como se
espera al tren que viene de muy lejos,
sin
ruta, sin horarios, sin destino preciso.
Espérame
cantando, mirando al horizonte
en los
pies las maletas para iniciar la marcha.
Espérame
sonriente
y en silencio, tu corazón henchido
de paz
y de promesas, de gozo y de ternura.
Espérame
anhelante, guardando siempre intacto
el
amoroso impulso de los primeros días.
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