POR AMOR AL ARTE
(PATRIMONIO CULTURAL HUMANO)
Escucho una entrevista que le hacen en la SER al gran Chema de la Osa y, justo a continuación, una breve reseña de la presentación del libro de Juan Ramón Sainz y esto me lleva a reflexionar de nuevo acerca del enorme patrimonio humano con que cuenta la cultura local.
Me explico:
Chema de la Osa ha sido siempre un hombre de su barrio. Integró durante años aquella primera Asociación de Vecinos del Casco Antiguo y, una vez retirado de tan ingratas tareas, se ha dedicado con entusiasmo a regentar la web ciudadtudela.com, un espacio virtual en el que caben historia, tradiciones y casi cualquier cosa relacionada con el asunto local que a su gestor le pueda pasar por la cabeza. Pero es que a este amplio catálogo documental se ha unido últimamente la ferviente afición de Chema por el uso de la denostada IA, fiebre que le está llevando a recrear todo tipo de situaciones históricas, apoyándose, eso sí, en sesudas investigaciones. Porque Chema no da puntada sin hilo.
En cuanto a Juan Ramón, yo lo conocí hace más de una década en los cursos de aprendizaje de bailes locales que se imparten durante el mes que precede a las fiestas de Santa Ana. He de decir que tuve con él mis menos y mis más puesto que es bastante tiquismiquis y yo bastante anárquica. Y que, pese a que no se cansaba de repetirme que la cadera se mueve con la salsa y no con el Zortziko, yo no le hice ni puñetero caso y así me fue, que acabé el cursillo bailando la Polka Pik y la Jota de Tudela por las justas, con una chuleta para la Era y una absoluta incapacidad para el Zortziko.
Eso sí, le regalé un relato que posteriormente apareció en un libro y que casi cada año recupero en esta página cuando llegan las fiestas patronales.
Pero al lío: que ni Chema ni Juan Ramón echan las horas a sueldo. Y que lo mismo hasta tienen que apoquiñar de su bolsillo cuando se da el caso. Pero les da lo mismo. Porque no se arruinan y porque les gusta lo que hacen. A ellos y a muchísima gente, como es el caso de Ángel Álvaro y Marquina, o al programador de los lunes culturales de la Orden del Volatín, o a los socios que se curran los eventos de las peñas, o al voluntariado que hace posibles las ceremonias del Ángel y el Volatín o a quienes, aunque las odie con toda mi alma, se ocupan de organizar procesiones, tamborradas y demás suplicios semanasanteros. Por no hablar de algún que otro comercio o establecimiento de hostelería (Letras a la Taza merece mención aparte) que presta sus instalaciones para tertulias, conciertos o presentaciones de libros y de tantas y tantas instituciones y personas que sé que me dejo en el tintero.
Gente que hace cultura por la puta cara, oiga. Que no recibe un chavo ni lo quiere pero que alimenta el patrimonio de su pueblo porque sí. Gente a la que no se le hace un pasillo abanderado delante de la Casa Consistorial. Gente a la que no se invita a comer y a la que no se regala nada. O más bien al contrario, se le ponen palos en las ruedas para dificultar su actividad.
El sábado a la noche vi al alcalde en Estaciones Sonoras, ese festival en el que se vuelca todo Cascante, y me faltaron un par de cervezas para decirle que eso es hacer pueblo y cultura y todo lo demás. Y que él le habría dado la mano al rey por la mañana, pero que los dos visionarios que se sacaron de la manga ese genial evento no necesitan que nadie los agasaje ni les ponga alfombras rojas. Les basta, simplemente, con que los regidores de la villa no les vayan jodiendo la tarea.
Así de simple.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
martes, 30 de septiembre de 2025
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