sábado, 16 de marzo de 2024


 

TACIRUPECA (JARRO)

Tacirupeca estaba hasta el gorro. O más bien hasta la caperuza. Tanto darle vueltas al cuento y ahora ya nada era lo que era. Cada vez que alguien lo invertía un nuevo elemento cambiaba de lugar. Y así, cuando iba a salir de la saca de su drema, les costaba a ambas un dolor dar con las tastitor, el telpas y la tarrija de miel. Y eso por no hablar de la tatices, que la pobre había perdido la mitad de los mimbres con tantísimo ajetreo. De hecho, al final decidieron meter en una mochila un paquete de donuts, un tarro de nocilla y un tetrabrik de zumo de piña del Eroski (para pasar los donuts sobre todo) porque, de no haberlo hecho, Tacirupeca nunca hubiese empezado su aventura.

Claro que ahí no acabó todo, porque una vez en el quebos ya no quedaban árboles. No, no era el cambio climático, era lo mismo de antes. Tanta vuelta al cuento desorientó a los pobladores de la foresta, que ya no sabían si era de día o de noche y lo de la fotosíntesis lo llevaban regular. Y desde luego que al bolo no se lo encontró. Lo mismo. El pobre bicho andaba con una crisis de identidad que te rilas Petronila. Lo había intentado todo, incluso aullar al revés, “Uaaaaaaaaa”, hacía, quedaba muy gracioso. Tanto que todo pichichi se reía porque decían que parecía una ambulancia. Pero es que claro, si un lobo dice “Auuuuuuu”, lo más lógico es que un bolo diga “Uaaaaaaaa”. Como las ambulancias.

De modo que la intrépida Taci imaginó que llegaría en dos patadas a la saca de la talibuea. Primero porque el bolo no la despistaba y segundo porque al no haber árboles, la casita se vería desde el panizo. O más bien debería haberse visto, porque con el trajín silábico la saca de la talibuea se había esfumado del paisaje y caminando, caminando, la niña llegó hasta el pueblo, que como no sale en el cuento seguía allí, y fue a buscar a la talibuea en el asilo, que es donde deben estar las abuelitas. Pero no la encontró, porque estaba en un parque, rodeada de niños, con el bolo, escenificando la escena de las tres preguntas, ya sabéis, “talibuea, talibuea, que joso más desgran nestie…” y todo lo demás. Y los niños ni se reían ni tenían miedo ni nada porque no entendían un pimiento. Lo único que hacían era grabaciones para ponerlas en TikTok. Y los otros a lo suyo: “¡Es rapa temerco jormeeeeeee….!” Y en eso llegó una ambulancia, auuuuuuu, auuuuuuu, auuuuuuu, y se los llevó. Y ahí se quedó Tacirupeca, más sola que la una, con los donuts, el zumo y la nocilla.

Nota: Del dorñale ni rastro. Se rumorea que, ante la falta de árboles, se marchó del lugar y se instaló en Tudela, que parece que allí, le dijeron, trabajo no le iba a faltar.

#SafeCreative Mina Cb 

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