martes, 26 de diciembre de 2017

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25 de Diciembre de 2017

Querido diario:

Hoy me he despertado a las nueve y sin resaca. Y sin el estómago como una planta atómica. Es lo que tiene escaquearse de las cenas, que una duerme como la princesa del guisante tras hallar la hortaliza. Me quedé sopa en el sofá viendo a los Gremlins y de ahí me fui a la cama. Y a las cuatro ha llegado una idea atropellándome los sueños y me he puesto con ello. Igual que hace dos años, poco antes de la muerte de papá. Pero esta no era triste sino más bien al contrario. La he escrito y me he vuelto a dormir, y a la mañana, tras abrir los ojos, he remoloneado un par de horas y he contestado a todos los mensajes de felicitación que habían ido llegando. Luego he desayunado y me he lanzado al mundo. Nada en la calle demostraba el carácter de este día. Tan solo los contenedores rebosantes de envoltorios y desperdicios varios. Por no haber, ni vomitonas hay este año. Con lo que es mi barrio.
Tampoco el campo parecía darse cuenta de que hoy es Navidad. Quiero decir que estaba como siempre. Más concurrido, eso sí, que la peña se lava la conciencia de los excesos cometidos yéndose a dar un paseo junto al río como si eso disolviera la grasa del cochinillo de las paredes del estómago como el Fairy la disuelve de los platos. Que el personal iba de ropa hasta las cejas y de no ser porque hoy es hoy no sale al campo ni Dios. Pero lo dicho; esto debe de ser una tradición como la del Olentzero o algo así. Lo bueno es que me he encontrado un mechero, mira. Que ha debido de ser papá Noel porque me hacía falta. Que esa es otra: irse a tomar el aire con la Faria. Pero oye, cada cual es como es. Luego he llegado a casa y me he puesto morada de quisquillas, que yo no compro nunca y ayer me regalaron una bolsa. Eso y cuatro guarrerías que había por el congelador. Que a veces pienso que si mi madre me viera comer algunos días se me llevaría a su casa arrastrando de los pelos. Y a continuación sofá, que en en Navidades ponen buenas pelis. Y siesta cósmica.
Más tarde me he desperezado para ir a felicitar a un familiar que cumple años. Que menudo diíca para venir al mundo. Lo bueno es lo que se ahorra en tarta y en licores, porque nadie llega con ganas de comer ni de beber. Solo de dejarse caer en la banqueta y mirar con aversión la bandeja de los polvorones. Menos yo, que me encantan y como vengo de refresco me pongo hasta las trancas. Y como son de confianza me dejan abusar. Es lo que tenemos los descarriados; que como somos un desastre, cuando nos convidan no hay invitados más agradecidos. Luego me he vuelto a casa, que la niebla no había levantado y no hay mejor sitio que el sofá para estas condiciones climatológicas. Me he enfundado el pijama y me he tragado varias pelis, una detrás de otra. A eso de la medianoche me he acordado de que no tenía cuento de Minina para mañana, o sea hoy. Y me he dicho, pues mira, les voy a demostrar cómo es posible pasar el veinticinco de Diciembre como si fuera un día normal. Que las clientas del súper me dicen que les gustaría poder hacerlo pero que no es posible. Y yo siempre les respondo que lo es.

Tan solo hay que atreverse.

#SafeCreative Mina Cb

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