lunes, 7 de septiembre de 2015



AMIGOS

Hay días en los que ni siquiera la lírica puede empapar las lágrimas del alma. Días que son un descenso en picado hacia las simas del pesar. Días en los que los interrogantes se precipitan desde el cielo, curvos y ridículos, como una lluvia hiriente y pegajosa. Días de quemazón en las entrañas, de remordimientos sin motivo, de desconsuelos sin causa ni culpable.

Es precisamente en esos días cuando llegan ellos. Que intuyen de algún modo que algo pasa. Porque nos huelen. Nos adivinan. Interpretan las pistas que hemos ido dejando. Nos conocen. Y nos sienten lejanos. O torpes. O hasta desmedidamente eufóricos e hiperactivos. Y saben de inmediato que algo pasa. Y aparecen entonces con su kit de espeleología de emergencia. Y nos tienden un cabo. Y si eso no resulta nos mandan una cesta de comida. Pero no con cualquier cosa. Sino con aquello que saben que nos gusta. Y si aun así no hay forma se lanzan al abismo. Y nos cogen a hombros y trepan con nosotros a la espalda. Y nos sacan al fin de ese agujero inmenso y tenebroso al que a veces nos empuja la autocompasión cuando nos da por pensar que no nos quiere nadie.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Kukuxumuxu

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