viernes, 26 de julio de 2024


 

ALBAHACA

Andábamos callejeando entre gaitas y tambores el jueves del pasacalles que abre las fiestas del casco antiguo, todos con nuestro pañuelo y nuestro ramo de albahaca recogido del altar que cada año ponemos en honor a Julián, cuando el mozo me abordó en la barra de la taberna del Gaitero.

“Oye: ¿y eso de la albahaca?”

Y me encontré explicando a un forastero algo que él no acababa de entender. Quiero decir que fuera precisamente esa hierba. Y que todos la llevásemos. Y que se nos viera tan identificados con la planta.
Le conté que la albahaca es como el río o el cierzo o las cigüeñas. O sea que va ligada a nuestra esencia. Y que es el elemento imprescindible en el paisaje de la fiesta, cuando el 26 de julio los tudelanos llenan las calles de lo viejo con su aroma mezclado con el de la cera de los cirios. El porqué no fui capaz de aclarárselo. Solo le dije que venimos de una infancia que ha presenciado la ceremonia del planchado del traje y la preparación de la vela, el papel y la albahaca. Y que es un olor que habita en lo más profundo de nuestro cerebro y de nuestro corazón. Un perfume de aquí, que jamás olvidamos y que, si lo aspiramos lejos, nos trae de inmediato a la memoria la tierra que nos vio nacer.

Fue eso más o menos lo que le expliqué al chaval, que me seguía mirando con un cierto estupor, como sin acabar de comprenderlo, y la charla duró lo que Aitor tardó en servirme y cobrarme la ronda, tras lo cual el chico me dio las gracias y yo le sonreí, encogiéndome de hombros y musitando un “de nada” que ocultaba un “lo siento, para entenderlo tienes que ser de aquí”.

#SafeCreative Mina Cb

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