Querida Navidad:
Siento que esto te va a sonar un poco raro pero creo que igual no deberías existir.
Me explico:
A mí, de niña, la Navidad me gustaba por las luces y los adornos. Y por esa magia capaz de anidar en los corazones inocentes que nos hace creer que todo el mundo puede ser bueno durante unas semanas. Por la noche de reyes y por aquel calor familiar tan sólo empañado por la mirada nostálgica de mi madre cuando se acordaba de las Navidades en el pueblo y murmuraba que, desde que perdió a los suyos, todo era distinto. Yo entonces no podía entenderlo, y esperaba con ansia las últimas semanas de Diciembre: poníamos el árbol y el enorme belén de la entrada y comprábamos turrón artesano de la pastelería de Zuazu, y sidra del Gaitero, y un pollo, y el cohete con sorpresas para la Nochevieja. Y luego, cuando el día 7 volvía de la escuela, una tristeza infinita me poseía al comprobar que el nacimiento ya no estaba en la entrada. Y Enero se desplegaba ante mis ojos largo, frío y gris, como una broma pesada del destino.
Han pasado los años y ahora soy yo quien adopta la mirada nostálgica de mi madre al pensar en los que faltan, y quien cree que la Navidad, una vez pasada la infancia, no tiene mucho sentido. Y es que no debería hacernos falta una fecha concreta para creer en el amor. Es más: de hecho, que existan unos días señalados lo único que consigue es acrecentar la ansiedad de quienes andan desengañados de la vida. Me da mucha tristeza leer esos mensajes de las sillas vacías, y ver que las personas no aceptamos que la muerte es una parte de la vida, y que lo que hay que celebrar cada minuto, no sólo en la semana comprendida entre el 24 y el 31 de Diciembre, es el hecho de seguir habitando este maravilloso mundo. De que la paz no es posible salvo en nuestros corazones. Y de que, si lo que hay son ganas de festejar alguna cosa, no puede haber mejor excusa que el solsticio de invierno, que cada año, a partir del 21 de Diciembre y través de algo tan simple y misterioso como que, día a día, la luz vaya ganándole terreno a las tinieblas, hace que la Naturaleza se renueve y el milagro de la vida, con mayúsculas, se vuelva a repetir sin que nada lo impida o lo provoque.
Y sin andar por ahí dilapidando la extarordinaria o congelando corazones solitarios.
#SafeCreative Mina Cb
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