martes, 30 de noviembre de 2021


 

TUDELA, LA DE LA FRANCE

El otro día, un amigo que se dedica al tema del transporte internacional me dijo que Tudela cada vez se parece más a Francia.
- A las diez de la noche- argumentaba- ya no hay nadie por ahí.

Yo, que ya no soy lo que era en temas de pendoneo, le respondí que tampoco sería para tanto pero sí. Las diez no sé pero las once sí. El sábado. Sobre todo si llueve. Que aquí parece que somos todos de celulosa y que si nos mojamos nos vamos a desintegrar.

Pero vaya, que si lo del sábado es deprimente lo del domingo ya es para echarse al coleto un trago de lejía, que parece que si no tienes Netflix ni churri ni amigos de esos que montan veladas en su casa estás condenado a meterte en la cama a las nueve con el osito de peluche, porque los domingos a la tarde, que lo sepáis, ya no salimos más que los perdidos. Y los de los bares lo saben y por eso la mayoría chapan hasta el jueves después del rato del vermú. Y claro, si pillas uno abierto pues allá que te apalancas. Y según en qué garitos el personal de la barra se encarga de recordate tu calidad de descarriado. Como anteayer, que nos sirvieron un torrezno medio crudo y al poco (eran las ocho y media) quitaron la música y abrieron la puerta, si no para que nos fuéramos para que nos quedásemos helados y levantáramos el campamento. Pero estábamos en uno de esos ratos de tertulia en los que no tienes ni media gana de moverte y aún pedimos otra ronda. Que no sé si fue entonces cuando apareció la novia del camarero a incrementar la presión que ya se mascaba en el ambiente. Pero es que eran las nueve de la noche. Las nueve. Domingo. España. Y que si nos dice mira que voy a cerrar y no os sirvo pues nos vamos, pero estar de charla mientras ves desfilar sombrillas hacia el almacén y cerrando la puerta cada vez que te la abre como que da un poco de grima. Vamos, que no le faltó más que darnos con la escoba. Al final nos fuimos. Nos dio miedo pedir otra y que nos untara el borde del vaso con pimienta. O con lavavasos, que dicen que el de los lavavajillas de los bares es mucho más tóxico que el que se utiliza en casa. Encontramos otro local abierto donde no hacía falta música porque había una cuadrilla de jovenzanos que se habían montado la fiesta por su cuenta mientras la camarera iba recogiendo sin lanzarnos miradas asesinas. Ahí continuamos la tertulia hasta que comprobamos que la chica había terminado sus labores y que realmente estábamos de más, de modo que pagamos y nos fuimos.

Dos cosas saqué en claro:

La primera, que no vuelvo a poner los pies donde el torrezno.

La segunda, que esto, en efecto, cada vez se parece más a Francia.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 29 de noviembre de 2021


 

TUDELA, LA DE TUS AMIGUIS

Me ha llenado de emoción
esa historia de amistad
que ha rodado el MuyIlustre
en nuestra ilustre ciudad.

Os explico un poco el vídeo
que persigue, mira tú,
atraer hacia estos lares
a foránea juventud.

Borjamari y Cayetano
con Cuqui y Victoria Eugenia
se disponen a pasar
una jornada en Tudela.

Ellas, aunque algo hippiosas
se han puesto de punta en blaco,
ellos, bien repeinaditos
y muy en su papel de machos.

Comienza el film con el plano
de la rubísima Luchi,
que es quien hará de anfitriona
para esa tropa tan chupi.

Los recoge en la estación
donde se abrazan con gozo,
intuyendo ya sin duda
lo osea que va a ser todo.

Primero, anuncia el chaval,
deciden ir de museos,
que están, como de costumbre,
absolutamente llenos.

Al salir, y por quitarse
el agobio del gentío
toca Avant Garde en la calle
y Catedral un ratico.

Aprovechan la visita
a nuestro templo mayor
para decir que Tudela
es de culturas crisol.

Yendo por la calle Roso
les regalan un tomate
y ahí, al menos pa mi gusto
empieza la mejor parte:

Se van de vinos y pinchos
(estos no toman cerveza)
por las tabernas más VIP
de lo viejo de Tudela.

Pero como, pese al pincho,
siguen teniendo gazuza
buscan un buen restaurante
de los de buena minuta.

Tras dar parte del menú
toca la parte cantora.
¿Y qué mejor ocasión
para arrancarse por jotas?

Pero como aquí no solo
nos va el cante bardenero
se meten al Gaztambide
a disfrutar de un concierto.

Después se van al Mercao
a comprar pa la menestra
y después a renovar
el vestuario en nuestras tiendas...

Y ya se acaba la cosa.
Tres minutos creo que dura
y no sé yo cuántas veces
se menciona a la cultura.

Y a mí me quedan dos dudas
que no llego a resolver,
Primera, que los chavales
vengan a Tudela en tren

después de toda la pasta
que se les ve manejar
en plan nivel de un Mercedes
o incluso de un Cadillac.

Y segunda, que no vengan
un par de municipales
a multar a la jotera
por cantar en plena calle

del mismo modo que llegan
al bar que hay junto a mi casa
en cuanto alguno se pone
a tocar una guitarra.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 28 de noviembre de 2021


 

CINCO COSAS BONITAS

Hace no demasiado pasé por una de esas rachas de dormir malamente. Tenía algo incrustado en el cerebro que no acababa de salir y me costaba un horror conciliar el sueño, amén de que me despertaba varias veces a lo largo de la noche. Busqué el el Google, que lo sabe todo, remedios que no pasaran por la química, y hubo uno que me llamó la atención especialmente. Consistía (eso es obvio) en aparcar los malos pensamientos (qué fácil es decirlo) y en centrarse en recordar cinco cosas bonitas que te hubieran sucedido a lo largo de la jornada. La técnica, la verdad, me sirvió de poco (no pienses en un elefante rosa), pero me gustó y la puse en práctica. Y es sorprendente cómo cada noche, a mal que se hubiera dado el día, podía rescatar cinco buenos momentos junto a los que adentrarme en el mundo de los sueños. A veces me costaba, porque al principio buscaba instantes excepcionales, de esos que merecerían brillar en un escaparate con luces de neón, pero poco a poco me di cuenta de que hay pequeñas ráfagas de dicha que salpican la existencia y que merecen ser tenidas en consideración: el olor a café por la escalera, el primer bocado de un plato exquisito, el sol asomando entre las nubes en invierno, la tontería que una amiga te pasa por whatsapp o hasta tu mascota haciendo una de las suyas. Y poco a poco he ido cogiéndole gusto a esa costumbre de los bocaditos de felicidad y ahora hay noches en que me pongo a recordar y para mediodía ya tengo las cinco, y si sigo sumando salen siete, ocho diez… Lo paradójico es que como ahora caigo como un tronco, muchas veces me duermo a mitad del recuento, y tengo que volver a empezar por la mañana.

Si tengo tiempo, claro...

#SafeCreative Mina Cb

sábado, 27 de noviembre de 2021


 

JOSE

Nació con la guitarra bajo el brazo
un día como hoy, hace cincuenta,
el duende aposentado en la osamenta
desde el primer compás del embarazo.

Flamenco de mamarlo en el regazo
que canta al mismo tiempo que alimenta
la raza que le guía y que le alienta.
Jose es más que gitano, gitanazo.

Cuántas noches se viste con sus sones
la pálida figura de la luna
para llenar de luz los corazones.

Cuántas cuerdas sonando como una
regalando a la vida sus canciones…
Cuánta magia en tus dedos de aceituna.

#SafeCreative Mina Cb

viernes, 26 de noviembre de 2021


 

TREINTA AÑOS

¿Qué llevas puesto, rubia? Un body negro, machote. Mmmmmmhhhh, negro... ¿es ceñido? Tiene un poco de vuelo a la altura de las ingles. Oh, me encanta... seguro que estás preciosa, con esas piernas tan largas... podías enviarme una foto. ¿No te basta con las que has visto ya? No compares, en las de tu perfil estás vestida, o sea vestida de verdad, pero el body… en fin, es otra cosa. ¿Qué pasa, no te fías? Pues claro que me fío, baby, claro que me fío, te imagino y ya no necesito más, se me está poniendo dura. ¿Muy dura? Mucho, encanto, tenías que verla, te iba a volver loca. Seguro que sí, a mí me gustan súper grandes, que me quepan en la boca para poder saborearlas bien a gusto. Mmmmmhhh, sigue, sigue diciéndome esas cosas, me muero de gozo, me estoy masturbando mientras te imagino, miro ese par de tetas y esos labios y me pongo a cien y pienso qué estarás haciendo tú. Yo estoy sobre la cama, amor, con la espalda apoyada en un cojín y las piernas abiertas, delante del espejo. ¿Te estás tocando? Pues claro, man. ¿Y estás mojada? Estoy empapadita sólo de pensar en esa polla dura tuya. Así me gusta, cuéntamelo, dime cómo lo haces. Veo en el espejo el reflejo de mi sexo abierto, con el dedo sobre el clítoris rosado. ¿Está hinchado? Sí, mi amor, hinchado como tu enorme polla, cómo me gustaría que estuvieras aquí para comérmela. Cierra los ojos e imagínalo, y yo imaginaré que te como ese coñito rosado hasta que aúlles de placer. ¿No te gustaría que nos viéramos? ¿Lo estás diciendo en serio? Pues claro, mi vida, me muero de ganas de atrapar tu enorme pene entre mis pechos. No me digas eso, estoy a punto de correrme. Y yo, mi cielo, los pezones se me han puesto duros como piedras ¿no te gustaría tocarlos? Ooooooooh... me estás enloqueciendo, tocarlos y follarte, follarte hasta que te quedaras seca. Mmmmmhhh, estoy toda mojada, me desbordo, necesito verte, no me basta con esto. ¿Lo dices en serio? Totalmente. ¿Ahora? ¿Cuándo si no? ¿Conoces algún lugar? Puedo ir a tu casa. Imposible, mi mujer está aquí, ya te he dicho que estaba casado, ya voy yo a la tuya. No, no, mejor me esperas en el hotel que hay a la entrada a la ciudad. ¿El de la gasolinera? El mismo. Hecho, en diez minutos estoy allí, llévate el body.

Cariño, ya estoy en casa, veo que aún no ha llegado nadie, ya sé que es un poco tarde pero me he liado con los compañeros a la salida del trabajo, te vas a echar un vermú y para cuando te quieres dar cuenta son las ocho… qué bien huele, si la cena te ha quedado sólo la mitad de bien que huele se van a ir todos encantados, yo traigo el vino y los pasteles, va a ser una velada inolvidable, treinta años de casados y como el primer día, no sé cómo hay mujeres que dicen que el rol de amas de casa las aburre, si a ti te encanta, eres la abuela preferida de todos tus nietos, por cierto, ponte guapa, que últimamente te arreglas muy poquito, con lo que tú has sido, que te pasabas la vida en el gimnasio e ibas todas las semanas a la peluquería… antes de tener a los niños, claro. Hola, amor, estaba en el ordenador, mirando unas recetas, que por cierto necesito un ingrediente para un cóctel que quiero preparar y me voy ahora a buscarlo, no tardaré mucho, tus padres y los míos están en camino y tenemos a todos los peques a dormir.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 25 de noviembre de 2021


 

Querida Paula:

Tienes que perdonarme, no lo he sabido hacer mejor. Sé que en este momento debes de estar muy triste. Puede que incluso hasta te sientas culpable pensando que pudiste evitarlo pero no. La vida es como es y a cada uno nos toca desempeñar un papel diferente. Y este ha sido el mío. Claro que a qué más podía aspirar si soy pequeña. Pequeña de espíritu. Mamá (pobre, cuánto sufrió, todavía me parece escuchar sus gritos en medio de la noche) también lo era y al final una aprende lo que ve. Sólo somos costillas. Malas copias de un gran original. Actrices secundarias del teatro de la vida. Ni siquiera me planteé estudiar, y eso que de niña era una lectora infatigable. ¡Cómo disfrutaba con los cuentos! Yo quería ser una princesa. Una princesa bella que enamorase a un príncipe. Y casarme y tener hijos. Sentirme realizada en el amor y en la familia. Tener un novio que me escribiera versos. Que me quisiera y me tratara bien. Como a una reina. Y él era guapo y tan atento… un poco egoísta y algo bebedor, pero así son los hombres. Y no gritaba. Bueno, sólo a veces, cuando yo hacía las cosas mal. Pero es que en casa estaba tan a disgusto que algo tenía que hacer. Y no quería quedarme sola. Aunque a menudo me asaltaban las dudas, pero lo cierto es que el tiempo iba pasando y a ver quién se iba a fijar en mí con veinte años y tal como iba vestida. Porque a él no le gustaba que me vistiera según como y claro, él tenía estudios. Era ingeniero ni más ni menos. Ingeniero. Que mis amigas se pusieron verdes de envidia cuando se lo presenté. Menos Charo, que me dijo que le veía algo tenebroso. Pero eran celos, porque como éramos uña y carne el hecho de que él hubiera aparecido nos acabó por separar. Desde que le confesé lo que me había dicho me prohibió volverla a ver. Ni a la boda la invitamos. Que fue ideal, yo con un vestido de raso en blanco roto con escote en pico. No mucho, que a él no le gustaba, pero en pico. Precioso. Yo estaba muy contenta. Ni en sueños me hubiera imaginado un hombre así, tan elegante y con carrera. Claro que para entonces ya habíamos tenido nuestros más y nuestros menos. O sea cosas normales, como algún empujón. O esa bofetada que me dio sin querer un día porque me disgusté cuando llegó a una cita tres cuartos de hora tarde. Que no era la primera vez y yo tampoco tenía derecho a quejarme. Ya sabía que era un hombre muy ocupado y al salir del trabajo lo último que necesitaba era que le viniera con malas caras. Me soltó el bofetón y me quedé de piedra. De inmediato reaccionó y me llenó de besos. Y me dijo que era porque estaba pasando una temporada mala y que cuando nos casásemos todo iba a ir mejor. Yo también estaba convencida de que sería así, por eso me esforzaba en ser perfecta. Tenía la casa como los chorros del oro y cuando él llegaba no me cansaba de agasajarlo. Más que nada porque empezó a enfadarse con demasiada frecuencia. Y alguna vez se le volvió a ir la mano. Pero siempre con razón, porque yo me descuidaba. No soy una gran cocinera, la verdad, y él es de buen comer. Me acuerdo de ese día que me lanzó la sartén donde estaba friendo las croquetas. Que menos mal que me agaché porque si no me va el aceite hirviendo por la cara. Y cuando esteba embarazada de ti, Paula, que me pegó una patada en la tripa que casi se me escapa el feto por la boca, menos mal que el parto salió bien… Fuiste tú la que me pidió una noche que nos fuéramos. Y yo te dije que adónde, yo sin trabajo y sin ninguna formación, y además que no teníamos a nadie, mamá había muerto, yo me había quedado sin amigas y lo de vivir con mi padre ni me lo planteaba. Y donde mis suegros no podía ir porque a ver qué iba a decirles. Hasta que me topé con Charo un día, en la puerta del colegio. Casi ni me reconoció. No tuve que contarle nada, me dijo que me tenía que ir de casa y yo que no. Que era una crisis y que pasaría. Que estaba muy presionado en el trabajo y que me necesitaba. Que si yo me iba él estaba perdido. Me lo decía siempre, si me dejas me mato, y lo decía en serio. Tenía que apoyarlo. Era mi obligación. Nadie se había fijado en mí antes de él. Había tenido mucha suerte porque yo siempre he sido una mujer pequeña y un hombre como él era un regalo. Y además, adónde iría yo sin él. Quién me iba a querer, o a dar trabajo, si siempre he sido un desastre. Ni guisar en condiciones sé. Y luego las vecinas, que hay que ver cómo me miraban. Claro que en los últimos meses él llegaba cada vez más tarde y más nervioso. Y bebía muchísimo. Lo de la crisis, los expedientes de regulación y esos chavales de veinte años que se le estaban comiendo la merienda. Todo le molestaba. Yo ya ni hablaba y tú… tú eras un ratoncito arrinconado y temeroso que me lo repetía a cada instante, en cuanto él salía por la puerta, vámonos, mami, vámonos, vámonos… y un día, a la salida del colegio, te acuerdas, nos entretuvimos un poco con Charo, que estaba muy pesada con lo de los pisos de acogida. Yo ya estaba avisada. Después de hablar con ella la otra vez se lo comenté y se puso como loco. Me dijo que ni se me ocurriera tener trato con ella. Que era un zorrón. Que quería comerme el coco. Que ni se sabe los novios que había tenido y que si se enteraba de que andaba con ella me mataba. Por eso estaba así. Nos vio al pasar con el coche y se fue para casa. Aún tardamos un rato y eso lo enfureció todavía más. Me esperaba tras la puerta. Olía a alcohol. Yo quise explicarme pero no me dio ni tiempo. Nada más entrar se abalanzó sobre mí. Tú llorabas y decías mami, vámonos, y yo no me podía mover, me estaba moliendo a golpes allí mismo, con la cabeza pegada al espejo del recibidor y el perchero clavándose en mi nuca. Los vecinos aporreaban la puerta pero él estaba sordo y ciego. Y cuando llegó la policía él ya se había tirado por la ventana y yo no era más una mancha roja inerte y tú gritabas, gritabas, gritabas tanto que no sé cómo la casa no se resquebrajó de arriba abajo.

Pero nada fue por tu culpa, vida mía.

#SafeCreative Mina Cb

#niunamenos 

miércoles, 24 de noviembre de 2021


 

TUDELA BAJO LA LLUVIA

Tudela no es una ciudad para la lluvia. No somos muy acuáticos. Ni tan siquiera anfibios. Tudela es ciudad de sol y secarral. Y cierzo. Pero no de lluvia. Por eso nos encerramos cuando llueve, y salimos sólo a por el pan para después perterecharnos en el sofá, con un libro o delante de la tele, y atiborrarnos de pipas mientras el repiqueteo de las gotas se escucha tras los cristales.

Pero si uno se echa a la calle, aunque sea un rato, sin demasiada prisa, es posible descubrir una ciudad desconocida bajo ese gris que se refleja en el adoquinado pavimento. Una ciudad llorosa y bella, que se derrama, líquida, desde los imponentes aleros de sus casas señoriales, y que amenaza al peatón, burlesca y desafiante, desaguando en regueros cantarines la vida que resbala entre sus tejas. Es el momento de disfrutar del amparo de sus hermosas balconadas. De valorar la importancia de por qué los edificios se construyeron de una forma concreta. De cerciorarnos de que este casco antiguo nuestro se hizo a prueba de sol, de cierzo de y tormentas. Y de saber que es posible que el hogar de uno no esté sólo en su casa. A mí siempre me tienta, en el tramo de la calle Pontarrón que va desde Portal hasta la Plaza Vieja, la idea de hacerme con un par de botas de agua y salir con mi paraguas transparente a colocarme bajo los chorros que caen desde lo alto y esperar, como Gene Kelly, bailando sobre los charcos, a que un agente pase y me afee la conducta.

Tal vez un día lo haga.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 23 de noviembre de 2021


 

FRÍO

Adivino el invierno por los huesos. Se presenta de golpe, casi siempre una noche. Asoma por la cadera derecha cuando estoy acostada y no suele fallar.
Antes no me pasaba, claro. Antes no me pasaban muchas cosas pero también es cierto que me pasaban otras, y que a menudo el invierno se me instalaba en el ánimo y permanecía allí durante mucho tiempo. Y con el frío era peor, porque el sol está lejos y la oscuridad le va robando minutos al crepúsculo. Recuerdo perfectamente la última vez en que ambos inviernos coincidieron y fue horrible porque nada calmaba mi dolor. Esas cosas suceden porque nadie manda sobre los huesos ni sobre las emociones. Y cuando los unos y las otras duelen al mismo tiempo la sensación es como de noche inacabable y ni siquiera las lágrimas, que brotan ardientes desde el fondo del alma, pueden templar el ánimo, que permanece blanco y quebradizo, lo mismo que la escarcha de una flor.
Este año fue distinto a aquél lejano. Más que nada porque hace tiempo decidí que no permitiré que el invierno anide nunca más en mi interior. El pinchazo llegó el domingo, acompañado de las agujetas de un concierto y sumándose al resentimiento de una contusión. Todo muy molesto y pasajero. Me levanté y el sol me despistó. Pensé que mi cadera se había equivocado. O que el gran hacedor se vengaba de mí por irme de concierto en lugar de quedarme en casa recuperándome del golpe. Pero más que una venganza del creador era cuestión de tiempo. Mi cuerpo, una vez más, me mandaba el aviso, y hoy lunes, al salir del trabajo, he sentido cómo la lejanía del sol y la humedad se me clavaban en los tuétanos. Y he sabido que ya había llegado. Y que dentro de un mes el solsticio comenzará a robarle minutos a la noche. Y que a finales de enero ya habrá brotes en los árboles. Y que, aún con todo, amanecerán días hermosos en los que el sol caliente y dibuje destellos en el río.

Y que ya no hace frío en mi interior.

#SafeCreative Mina Cb

lunes, 22 de noviembre de 2021


 

MALENTENDIDOS

Ayer la lié petarda
con una buena amistad
y no fue por culpa mía
sino por la del gauasap.

Íbamos a ir a un concierto
y hablábamos de la hora
y nos hicimos un lío
de la manera más tonta

y todo, por no poner
el emoticono bueno
y utilizar uno ambiguo
que el otro trocó en mal gesto.

“Yo de mal rollo no salgo”
recibí a renglón seguido.
“¿Qué he dicho yo- contesté-
o qué es lo que has entendido?”

“Te he notado muy molesta
conmigo”- me respondió.
Y yo me quedé flipando
ante tal contestación.

Y empezó a continuación
un diálogo de besugos
en el que cada mensaje
apretaba más el nudo:

“Que si creo, que si pienso,
que si me parece a mí,
que si todo te molesta,
que si se veía venir...”

Menos mal que se arregló
al fin de buenas maneras
y ambos hicimos las paces
aun después de no haber guerra.

Pero es que hay ciertas cosicas
(y no hablo de estas chorradas)
que ni guasap ni correo:
Hay que hablarlas cara a cara.

#SafeCreative Mina Cb