viernes, 17 de enero de 2025


 

ALTO EL FUEGO

A día de hoy,

(las cifras pueden variar de aquí al domingo)

tras más de quince meses
y unos 46.700 muertos

amén de desaparecidos,
mutilados,
huérfanos,
heridos

y gentes que lo han perdido todo

podemos celebrar
la declaración de un alto el fuego.

En fin…
no sé si “celebrar”

es la palabra exacta.

#SafeCreative Mina Cb

jueves, 16 de enero de 2025


 

FESTITRUMP

No sé a vosotras, pero a mí me molaban un montón. Esos bigotes. Esos trajes Esa estética. Esos cuerpos danone. Esas coreografías que derrochaban testosterona por los cuatro costados. Esos himnos y esos brincos que pegaban. Que dicen que la mayoría eran gays pero me da lo mismo. A mí me fascinaban. Todos: del policía hasta el soldado, pasando por el motero, el albañil y ese vaquero que estaba para que lo dejases ordeñarte hasta la sequedad. Y el indio con sus plumas, qué glamour. Y esas escenas neoyorkinas de antes del sida y del integrismo islámico.

Ya no hay machos como esos, ¡ay! y las que vamos para viejas nos hemos de conformar con los videos de Chayanne, que es lo más estimulante que ha dado la erótica musical en las últimas décadas. Pero desde luego nada que ver con ellos, sus cueros y sus miradas castigadoras y varoniles. Y ese inquietante aire de ambigüedad que los acompañaba. Y las letras de hombre de verdad alimentando el juvenil misterio, aunque a veces las destrozasen los críos de Parchís.

Muchos años llevo con el ánimo hundido, instalada en el desaliento existencial pensando que ya nunca vería actuar en directo a Village People, pero hete aquí que el milagro se va a dar y van a aparecer en la fiesta de investidura de Trump. Que, como sabemos, es muy afín a lo que ellos defendían a finales del pasado siglo. Y yo no sé cómo voy a hacerlo, pero voy a ir. Ya me estoy inventando un cuento chino para que me den permiso en el trabajo. Y si no fingiré una enfermedad contagiosísisma y me pediré la baja. Los pasajes del avión los he sacado ya. Y tengo alojamiento. Todo megacutre pero el caso es ir. Otra cosa será lo de colarme, porque invitación no tengo, pero como soy pequeña por algún sitio me podré escurrir para luego agazaparme en un rincón como si fuera un ratoncito y poder verlos. Que desde luego no estarán como los recordaba, pero tampoco yo lo estoy. Y es ahora o nunca, que el chalado este lo mismo se pilla una buena cogorza en el fiestorro y agarra el maletín atómico y aprieta el botón de las narices y a la mierda todo.

Es por eso que no pienso perderme el Festitrump.

#SafeCreative Mina Cb

miércoles, 15 de enero de 2025


 

LISTA DE ESPERA

El prurito es la señal
primigenia del proceso:
que después de tantos años
ya nos vamos conociendo.

Llega después la tortura
a la hora de ir al baño…
No me voy a extender más
pues es tema delicado.

Me dijo la última vez
la doctora: Si te pasa
pides cita y te lo miro.
“Pides cita”, vaya guasa.

“Y te lo miro”, qué risa.
La intención mala no es
pero cuando se repite
me dan cita pa otro mes

y cuando al fin llega el día
ya no queda ni un resquicio
del mal, y ya en la consulta
ella me dice lo mismo.

Y si para ganar tiempo
le pido vez a la mutua
hay una lista de espera
que llega de aquí hasta Murcia.

Menos mal que la dolencia
no es grave, porque en tal caso,
más que de la enfermedad
te acabas muriendo de asco.

#SafeCreative Mina Cb

martes, 14 de enero de 2025


 

BULIMIA

Me pasa a menudo cuando veo un grupo de jovencitas de esas que se visten prácticamente igual. Las miro, casi univitelinas y separadas al nacer, semejantes y esclavas de la moda y seguramente guiadas por una, la jefa de la manada, que será la más guapa o la más lista o la que más carisma tenga. O al menos la que lo aparente. Porque a los quince años la verdad más evidente se muestra reflejada en el espejo.

Pues eso: que las miro y pienso: Ahí hay una que lo pasa mal. Que no es como las otras y se tiene que esforzar. Que pasa hambre para meterse en esos pantalones. Que aparenta ser una más pero en realidad es diferente. Su cuerpo. Su genética. Su metabolismo. Esa puta lotería que te adjudica la pedrea en vez del gordo. Y a esas edades, claro, quieres ser como la abeja reina. No te vale la filosofía del Principito de que lo esencial es invisible a los ojos. Y una mierda, piensas. Tú quieres ser delgada, como ellas. Como ella. Aunque igual hasta la diva viva esclava de la báscula y las calorías. Porque claro, en el Insta puedes meter filtros, pero cuando te plantas delante del chico que te gusta lo que hay es lo que hay. Que a la vida real no le valen las trampas.

Y así se empieza, oiga. Queriendo ser quien no se es. O lo que no se es. Y luego la sociedad, que se las trae. Que mucha Irene Montero y mucha Lalachus pero luego en los anuncios quiénes salen. Las delgadas. Y en las pasarelas. Las delgadas. Y en las series de Netflix. Las delgadas. Y en las fotos de los famosos, de la mano del actor de moda.

Las delgadas.

Pero si hasta Madame Curie palmó por culpa del efecto de sus investigaciones. Así quién quiere ser científica. O sí, pero delgada. Lo malo es cuando te gusta comer más que nada en el mundo. O cuando has nacido con tendencia al sobrepeso y eso es lo que hay. O cuando estás en tus percentiles pero te ves llenita. Que es la palabra que inicia la deflagración.

Llenita. Que no es lo mismo que gorda pero casi. O sea que tienes que perder. Y por la vía rápida, que la paciencia no es virtud de adolescentes. Así que te pones a dieta por tu cuenta. Y a lo bestia. Y claro, como comer te gusta llega la ansiedad. Y el bollo. Y el otro bollo. Y el bocadillo de chorizo. Y la caja de galletas. Entera quiero decir. Y la tarrina de helado. Y las diez magdalenas que quedaban en la bolsa. Y luego el remordimiento atroz y las ganas de morirte. Y el vómito como solución de urgencia. Al principio solo de vez en cuando y luego ya a diario. Como una solitaria ceremonia vergonzante que nadie debe presenciar. La trampa. Esa trampa que, sin que te dieras cuenta, se ha ido cerrando sobre ti hasta convertirte en una adicta al atracón y el vómito. Un callejón sin salida del que no ves manera de salir. Porque te da vergüenza confesar lo que te pasa. Porque te sientes rara. Y sucia. Y gorda. Y hundida en la miseria.

Y sola. Más sola que la una.

No sé… a lo mejor te suena.

#SafeCreative Mina Cb

En tal caso, por favor, hazte con este libro. 

lunes, 13 de enero de 2025


 

EL COBRADOR DEL BAR

Es lo que tiene juntarse con gente desequilibrada. Que incluso a los dramas se les da la vuelta, como un calcetín, y te acabas meando de risa en vez meterte en el internet ese chungo a comprar un subfusil.

La cosa iba de deudas y sin saberlo tenía un experto ante mí. Y con dos verdejos en el cuerpo, que eso suelta la lengua. Y cuando digo experto quiero decir uno de esos gilipollas que prestan cuando intuyen que tienen todos los boletos para no recuperar. Que vale si sabes que el deudor las está pasando putas, pero que cuando una noche entras a un bar y lo encuentras dándose un homenaje de marisco pues se te llevan los demonios. Y le mandas a la empresa al cobrador del frac y al cabo de unos días en lugar de una transferencia lo que recibes es la visita de un jambo de dos por dos que te extiende un documento donde se da por zanjado el débito para que lo firmes. Y que ni siquiera te planteas preguntarle qué pasará si te niegas a estampar el garabato.

Pero el caso es que, mafias aparte, al final llegamos a la conclusión de que lo del cobrador del frac no es muy efectivo. Y que a la peña se la trae al fresco que le manden al pingüino ese a su casa o a la empresa. Y que lo que de verdad nos jode a los españoles es que nos pongan en evidencia cuando andamos socializando por ahí. Y que, por tanto, lo más eficiente sería informarse acerca de los hábitos de ocio del moroso (los morosos con morro no suelen ser muy de quedarse en casa) y mandarle al extorsionador al bar. Y no de frac, claro, porque lo mismo los clientes del garito piensan que es un camarero y el tipo acaba sirviendo mesas en lugar de intimidar al interfecto.

Y es por eso que, una vez definido el hábitat en que debía desenvolverse el recaudador, empezamos a darle al neuronamen con el objeto de buscarle una indumentaria que fuera lo bastante llamativa como para que todo el personal reparase en él y se fijase muy bien en lo que hacía y en a quién se lo hacía. Y que a ser posible hasta lo grabasen con el móvil y lo subieran al tiktok. Y cuando la copa del verdejo ya estaba vacía, el experto (como no podía ser de otra manera) dio con la respuesta:

“De Pokémon”.

“¡¡Síííí!”, coreamos de inmediato mi vecina y yo. Y empezamos a fabular sobre montar una empresa y sobre quién de los tres iba a ser el monigote. Y claro, sobre de dónde íbamos a sacar la pasta para ponerla en marcha, porque lo de los préstamos bancarios es un atraco a mano armada. Aunque no nos hagan falta más que unos tres mil pavos para comprar el disfraz y un coche de segunda mano que pintaremos de amarillo.

¿Alguien nos los presta? Prometo que somos gente seria.

#SafeCreative Mina Cb

domingo, 12 de enero de 2025


 

MAÑANA

¿Y si no dura?

¿Y si aparece otra
(u otro)?

¿Y si te estampas
(o me estampo)
contra un muro en el trayecto?

¿Y si te pasa
(o me pasa)
algo?

¿Y si te planteas
(o me planteo)
que esto no tiene futuro?

¿Y si pierdes
(o pierdo)
el interés?

¿Y si se quedan sin agua los océanos?

¿Y si Putin y Trump se lían a bombazos?

¿Y si nos envenenan el oxígeno del aire?

Mañana...

Esa palabra.

#SafeCreative Mina Cb 

sábado, 11 de enero de 2025


 

LA FRIALDAD
(1985)

Oí voces extrañas y confusas.
Sentí manos corriendo por mi cuerpo.

Alguien me llamó niña.

¿Niña?- dije.

Y yo era solamente frialdad.

Sentí después algo distinto:
¿Amor? ¡Qué va! No sé decir el qué;
tampoco era vacío ni tristeza.
No me di cuenta entonces y hoy lo veo:

Indiferencia...
creo que eso sentí.

Y ahora pienso y no sé qué pensar:
¿Será verdad? ¿Será tan solo un sueño?

Me siento toda llena de vacío,
de incertidumbre, de incredulidad,
de estupidez incluso... hasta de rabia.

Quizá lo hice por rabia... ¿por qué no?
Quizá fue por despecho o por venganza
a quien un día me llamó mujer,
me dijo dulcemente que era maravillosa...

¿Pero a quién de ellos?

Quizá lo hice porque lo necesitaba:
mi vanidad necesitaba eso;
alguien que me hiciera sentir fría,
casi ridícula, creo;
alguien que me llamara niña
sonriendo, sí, pero...
alguien que me dijera que era hermosa
sin mucha admiración;
alguien que no se despidiera para siempre,
pero ¿por qué?
Alguien que me llevase desde ninguna parte
a ningún sitio.

Alguien que me hiciera descubrir la frialdad,
esa frialdad dura, indiferente,
de insípido sabor amargo,
de olor indefinido,
esa frialdad que no tiene color,
ni siquiera tacto...

Que es impasible e implacable,
que te deja vacía

pero no triste

que hace que te sientas como un animal,
como una fiera impulsiva.

Esa frialdad que te dice nada
cuando te habla
con su glacial dialecto,
con ese tono helado.
Y ves sus níveos dientes
y su gélida lengua.
Y oyes su voz, que suena
como suena la nieve al pisarla,
como suena el rocío al llorar
sobre las rosas al llegar la aurora

y las hace temblar al deslizarse
hacia su tallo y entre sus espinas
que se estremecen ante ese contacto

que sólo les inspira frialdad.

#SafeCreative Mina Cb
Del libro "Los cuentos de mi niña", 2017