viernes, 17 de diciembre de 2021


 

MARA
(El gigante de papel)

El interior del tanque comenzó a burbujear ruidosamente, al tiempo que del agua brotaba una especie de rugido, como si algo enorme se moviese dentro. El líquido, es importante que se sepa, llevaba ya agitándose desde hacía unas semanas, concretamente desde el día del incidente

El empleado encargado del mantenimiento intentó asomarse, subiendo por la escalerilla adosada al hormigón, pero la vibración del pozo lo lanzó por los aires, haciéndole dibujar una parábola que lo llevó hasta el otro lado de la nave, donde cayó, inconsciente, mientras entre sus compañeros se desataba el pánico y se iniciaba una especie de estampida justo en el momento en que la bestia emergió. Era un coloso, un monstruo deforme compuesto de agua y pasta de papel, una sólida masa blanquecina que voceaba lastimeramente, como un niño grande y desvalido al que sus padres hubiesen abandonado en un portal. Salió de la tolva apoyando las manos en los bordes para dejar a la vista unas enormes piernas sobre las que se sostenía con relativa dificultad. Avanzaba con torpeza, provocando el pánico a su paso, casi a ciegas y sin parar de vocear. Los empleados corrían hacia el exterior, también gritando, y la bestia los seguía, más por desorientación que por ánimo de darles caza, sin parar de balbucir una palabra:

“Mara.”

La mañana en que el agua comenzó a agitarse había niebla. Una de las turbinas se había estropeado. La Navidad estaba próxima y el río, ubicado junto a la propia fábrica, que se abastecía del mismo para la elaboración del papel, amenazaba con una gran crecida. La empresa preparaba un pedido extraordinario al tiempo que aguardaba la visita de un grupo de auditores. Precisamente por eso el personal andaba un tanto inquieto, echando horas y doblando turnos mientras veían cómo el cauce aumentaba peligrosamente. Fue justo entonces, porque las cosas siempre suceden de ese modo, o sea cuando menos falta hace, cuando los inspectores se presentaron con sus portátiles y sus equipos de medida. Había una chica larguirucha y rubia con acento extranjero que parecía la jefa del equipo. Anduvo haciendo mediciones de un lado a otro hasta que, de repente, respondió a una llamada de teléfono y se puso como loca. Empezó a gritar y a correr de lado a lado de la nave sin que nadie pudiera saber qué le pasaba. Tan fuera de sí estaba que subió por la escala hasta lo alto de uno de los depósitos en donde el agua hervía y empezó a gritar un nombre. Iván, Iván… aullaba sin parar, como si alguien pudiera escucharla desde más allá de las entrañas dela poza . Finalmente, y tras casi media hora asomada a la boca de la tolva, se tranquilizó un poco y descendió.

Se la llevaron de inmediato. Después se supo que el tal Iván era su novio y que se habían conocido hacía unos meses. Llevaban dos semanas viviendo juntos y en esa llamada le dijeron que el chico, que era agente medioambiental, había sido arrastrado río arriba por el caudal con su vehículo.

La muchacha se llamaba Mara.

#SafeCreative Mina Cb 

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