miércoles, 24 de noviembre de 2021


 

TUDELA BAJO LA LLUVIA

Tudela no es una ciudad para la lluvia. No somos muy acuáticos. Ni tan siquiera anfibios. Tudela es ciudad de sol y secarral. Y cierzo. Pero no de lluvia. Por eso nos encerramos cuando llueve, y salimos sólo a por el pan para después perterecharnos en el sofá, con un libro o delante de la tele, y atiborrarnos de pipas mientras el repiqueteo de las gotas se escucha tras los cristales.

Pero si uno se echa a la calle, aunque sea un rato, sin demasiada prisa, es posible descubrir una ciudad desconocida bajo ese gris que se refleja en el adoquinado pavimento. Una ciudad llorosa y bella, que se derrama, líquida, desde los imponentes aleros de sus casas señoriales, y que amenaza al peatón, burlesca y desafiante, desaguando en regueros cantarines la vida que resbala entre sus tejas. Es el momento de disfrutar del amparo de sus hermosas balconadas. De valorar la importancia de por qué los edificios se construyeron de una forma concreta. De cerciorarnos de que este casco antiguo nuestro se hizo a prueba de sol, de cierzo de y tormentas. Y de saber que es posible que el hogar de uno no esté sólo en su casa. A mí siempre me tienta, en el tramo de la calle Pontarrón que va desde Portal hasta la Plaza Vieja, la idea de hacerme con un par de botas de agua y salir con mi paraguas transparente a colocarme bajo los chorros que caen desde lo alto y esperar, como Gene Kelly, bailando sobre los charcos, a que un agente pase y me afee la conducta.

Tal vez un día lo haga.

#SafeCreative Mina Cb

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