YO NO QUIERO…
"Yo no quiero
que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar"
“Contigo”- Joaquín Sabina
Ha sido él quien me ha reconocido. Creo que a la primera. Yo, sin embargo, le miraba como se mira a un viandante más, sin un “me suena”, la atención centrada en mis cosas, en mi mundo… como casi siempre. Me ha saludado y es entonces cuando me he dado de lleno con sus ojos claros, apaciguados he creído ver, templados al final por la quietud que aporta el paso de los años, dulcemente enmarcados por el cabello cano y corto y el abrigo oscuro. Un hombre serio al fin, me ha parecido. Y me he alegrado por él, un tipo de pasado turbulento, mucho bar, mucha calle y pocas normas, que fue arrancado del lugar en el que hubiera querido quedarse para siempre cuando sólo era un niño para depositarlo en una gran ciudad de inabarcables y caninas fauces que lo engulló deprisa, vomitando los restos de un chaval de corazón nostálgico y cerebro embravecido, un hombre demasiado sensible que se buscaba sin llegar a encontrarse en ningún lado y que hace años, muchos años, en el transcurso de un verano febril y adolescente, se enamoró de una chiquilla que no le hacía caso y que, me temo, le partió el corazón para los restos.
Hoy lo he visto otra vez, al cado de mil vidas. Y cabal como nunca lo hubiera imaginado. Hemos intercambiado algunas frases y al fin él se ha marchado tras decirme que acababa de recuperarse de un pequeño achaque, uno de esos sustos que nos da a veces el cuerpo para ponernos en nuestro sitio. Para sacarnos de esa eterna juventud en la que la sociedad insiste en que debemos instalarnos de continuo. Lo he mirado alejarse, pensativa, una figura envuelta en negro que marchaba, seguro, inmersa como yo en el pensamiento de aquél ayer que se nos quedó a los dos tan grande, de aquél momento en el que yo no quise y él no pudo, y tomamos direcciones diferentes, de aquellos años en que aún no habíamos arrugado con rabia tantas hojas arrancadas al calendario de la existencia, de aquella adolescencia atolondrada en donde yo me negué a ser la princesa que lo liberase de la prisión de oscuros pensamientos en que él quiso encerrarse. De aquel ayer en que escribimos con trazos imborrables las primeras líneas importantes de la vida.
No han cambiado sus ojos con el tiempo. Ni ese mirar inquisitivo y anhelante, ansioso de invadir mis pensamientos, de echar el tiempo atrás y enamorarme, o al menos intentarlo, de otro modo… de hacer que mi camino no le fuera esquivo e intentar llenar con mi presencia los huecos de su alma atribulada y errabunda...
De retomar la historia. De actualizar lo antiguo.
De remendar la vida.
#SafeCreative Mina Cb
"Yo no quiero
que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar"
“Contigo”- Joaquín Sabina
Ha sido él quien me ha reconocido. Creo que a la primera. Yo, sin embargo, le miraba como se mira a un viandante más, sin un “me suena”, la atención centrada en mis cosas, en mi mundo… como casi siempre. Me ha saludado y es entonces cuando me he dado de lleno con sus ojos claros, apaciguados he creído ver, templados al final por la quietud que aporta el paso de los años, dulcemente enmarcados por el cabello cano y corto y el abrigo oscuro. Un hombre serio al fin, me ha parecido. Y me he alegrado por él, un tipo de pasado turbulento, mucho bar, mucha calle y pocas normas, que fue arrancado del lugar en el que hubiera querido quedarse para siempre cuando sólo era un niño para depositarlo en una gran ciudad de inabarcables y caninas fauces que lo engulló deprisa, vomitando los restos de un chaval de corazón nostálgico y cerebro embravecido, un hombre demasiado sensible que se buscaba sin llegar a encontrarse en ningún lado y que hace años, muchos años, en el transcurso de un verano febril y adolescente, se enamoró de una chiquilla que no le hacía caso y que, me temo, le partió el corazón para los restos.
Hoy lo he visto otra vez, al cado de mil vidas. Y cabal como nunca lo hubiera imaginado. Hemos intercambiado algunas frases y al fin él se ha marchado tras decirme que acababa de recuperarse de un pequeño achaque, uno de esos sustos que nos da a veces el cuerpo para ponernos en nuestro sitio. Para sacarnos de esa eterna juventud en la que la sociedad insiste en que debemos instalarnos de continuo. Lo he mirado alejarse, pensativa, una figura envuelta en negro que marchaba, seguro, inmersa como yo en el pensamiento de aquél ayer que se nos quedó a los dos tan grande, de aquél momento en el que yo no quise y él no pudo, y tomamos direcciones diferentes, de aquellos años en que aún no habíamos arrugado con rabia tantas hojas arrancadas al calendario de la existencia, de aquella adolescencia atolondrada en donde yo me negué a ser la princesa que lo liberase de la prisión de oscuros pensamientos en que él quiso encerrarse. De aquel ayer en que escribimos con trazos imborrables las primeras líneas importantes de la vida.
No han cambiado sus ojos con el tiempo. Ni ese mirar inquisitivo y anhelante, ansioso de invadir mis pensamientos, de echar el tiempo atrás y enamorarme, o al menos intentarlo, de otro modo… de hacer que mi camino no le fuera esquivo e intentar llenar con mi presencia los huecos de su alma atribulada y errabunda...
De retomar la historia. De actualizar lo antiguo.
De remendar la vida.
#SafeCreative Mina Cb
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