COMPROMISOS
No es posible. No puede ser la hora de ir al curro. Si no hace nada que me metí en la cama. Llevo diciéndolo todas las Navidades. Hoy ya no salgo. Hoy me quedo en casa. Pero nada. No hay forma. Es superior a mí. La culpa es del puto watsapp. Con tanto grupo. Que cuando no son unos son los otros. Y claro, si a unos les dices que sí a los otros no va a decirles que no. Ayer yo no quería. Juro que no tenía ninguna gana. Pero era un compromiso ineludible. Una amiga del alma a la que no había visto desde hacía un montón de tiempo. Desde el veinticinco. Pero es que estas fiestas son tan largas que tres días se hacen una eternidad. Y luego que ya me puso los dientes largos diciéndome que iba a asistir un chico que a mí me gusta mucho. Aunque yo a él no le guste nada. Pero oye, quién sabe. Que estas fechas es lo que tienen. Que te ciega el espíritu navideño y lo mismo acabas besándote con el debajo del muérdago. O debajo de un farol. Que aquí el muérdago anda más bien escaso. De modo que acepté. Aun sabiendo que no me convenía. Y así fue. Porque la cena me sentó como un tiro. Y me costó un riñón. Y el rioja se me subió a la chaveta y acabé encima de la mesa. Recitando poemas de amor. Y el chaval como un tomate. Que creo que no va a volver a hablarme nunca. Y mi amiga, la pobre, capeando el temporal como podía. Y la novia del chico lanzándome cuchillos. Porque también estaba poseída por el espíritu del Paternina. Y ahora a ver cómo me pongo yo en marcha, que me duele todo. Malditos compromisos. No acepto ni uno más. El día en el trabajo es una pesadilla. No puedo con mi alma. Quiero morirme. El reloj no se mueve. Voy como al ralentí. No me entero de nada. No debí haberme dejado convencer. Al fin las dos. A casita. Me voy a echar a la cama en cuanto llegue. Miro el watsapp. Horror. Me lo temía. Los del grupo del gimnasio. Que si me apunto a un vermut. Que están donde siempre. Bueno, vale, me digo. Iré. Pero solo por no quedar mal.
Y en seguida a casa, que ya nos conocemos…
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Rubén Rodríguez Garnica
No es posible. No puede ser la hora de ir al curro. Si no hace nada que me metí en la cama. Llevo diciéndolo todas las Navidades. Hoy ya no salgo. Hoy me quedo en casa. Pero nada. No hay forma. Es superior a mí. La culpa es del puto watsapp. Con tanto grupo. Que cuando no son unos son los otros. Y claro, si a unos les dices que sí a los otros no va a decirles que no. Ayer yo no quería. Juro que no tenía ninguna gana. Pero era un compromiso ineludible. Una amiga del alma a la que no había visto desde hacía un montón de tiempo. Desde el veinticinco. Pero es que estas fiestas son tan largas que tres días se hacen una eternidad. Y luego que ya me puso los dientes largos diciéndome que iba a asistir un chico que a mí me gusta mucho. Aunque yo a él no le guste nada. Pero oye, quién sabe. Que estas fechas es lo que tienen. Que te ciega el espíritu navideño y lo mismo acabas besándote con el debajo del muérdago. O debajo de un farol. Que aquí el muérdago anda más bien escaso. De modo que acepté. Aun sabiendo que no me convenía. Y así fue. Porque la cena me sentó como un tiro. Y me costó un riñón. Y el rioja se me subió a la chaveta y acabé encima de la mesa. Recitando poemas de amor. Y el chaval como un tomate. Que creo que no va a volver a hablarme nunca. Y mi amiga, la pobre, capeando el temporal como podía. Y la novia del chico lanzándome cuchillos. Porque también estaba poseída por el espíritu del Paternina. Y ahora a ver cómo me pongo yo en marcha, que me duele todo. Malditos compromisos. No acepto ni uno más. El día en el trabajo es una pesadilla. No puedo con mi alma. Quiero morirme. El reloj no se mueve. Voy como al ralentí. No me entero de nada. No debí haberme dejado convencer. Al fin las dos. A casita. Me voy a echar a la cama en cuanto llegue. Miro el watsapp. Horror. Me lo temía. Los del grupo del gimnasio. Que si me apunto a un vermut. Que están donde siempre. Bueno, vale, me digo. Iré. Pero solo por no quedar mal.
Y en seguida a casa, que ya nos conocemos…
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Rubén Rodríguez Garnica
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