PAISAJES URBANOS
Algo tienen los paisajes urbanos que nos provocan a un tiempo rechazo y admiración. Quizá sea ese desasosiego que nos causa el sentirnos presos en un ambiente hostil que hemos de convertir en un hogar. O quizá esa sensación de dominio, de creernos los amos y señores de un entorno en que los ríos no se desbocan, los árboles no arden o las fieras no van a devorarnos por la noche. Una creencia falsa puesto que al final, el riesgo dormita tras los rincones más insospechados de la gran cuidad. Aunque eso no impida que nos sintamos dioses, y que las maltratemos como hacemos con el medio natural, manchando sus muros, ensuciando sus calles y llenando de porquería las orillas de los ríos o los mares que las riegan. Pero aún así, y pese a todos nuestros pecados y nuestras ofensas, ellas, las ciudades, se empeñan en mostrarse majestuosas y bellas incluso dentro de su ordinariez. Quizá por puro mimetismo con quienes las habitan, mestiza especie en la que se entremezclan caínes con abeles y que nunca dejará de sorprendernos tanto por su grandiosidad como por su bajeza.
Y es que al fin la cuidad se nutre de nosotros, de nuestras manías y nuestras neuras, y nuestros ritmos desaforados, y nuestra basura omnipresente, y nuestras pinturas de guerra y nuestros tubos de escape malolientes y ruidosos. Y ella no hace sino reflejarnos. Al desnudo. Sin dudas. Sin mentiras. Sin complejos. Tal cual somos.
Nos guste o no.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mostro Amarillo
Algo tienen los paisajes urbanos que nos provocan a un tiempo rechazo y admiración. Quizá sea ese desasosiego que nos causa el sentirnos presos en un ambiente hostil que hemos de convertir en un hogar. O quizá esa sensación de dominio, de creernos los amos y señores de un entorno en que los ríos no se desbocan, los árboles no arden o las fieras no van a devorarnos por la noche. Una creencia falsa puesto que al final, el riesgo dormita tras los rincones más insospechados de la gran cuidad. Aunque eso no impida que nos sintamos dioses, y que las maltratemos como hacemos con el medio natural, manchando sus muros, ensuciando sus calles y llenando de porquería las orillas de los ríos o los mares que las riegan. Pero aún así, y pese a todos nuestros pecados y nuestras ofensas, ellas, las ciudades, se empeñan en mostrarse majestuosas y bellas incluso dentro de su ordinariez. Quizá por puro mimetismo con quienes las habitan, mestiza especie en la que se entremezclan caínes con abeles y que nunca dejará de sorprendernos tanto por su grandiosidad como por su bajeza.
Y es que al fin la cuidad se nutre de nosotros, de nuestras manías y nuestras neuras, y nuestros ritmos desaforados, y nuestra basura omnipresente, y nuestras pinturas de guerra y nuestros tubos de escape malolientes y ruidosos. Y ella no hace sino reflejarnos. Al desnudo. Sin dudas. Sin mentiras. Sin complejos. Tal cual somos.
Nos guste o no.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mostro Amarillo
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