martes, 5 de diciembre de 2023


 

PAN Y CIRCO

A veces alguna persona me pregunta qué hay que hacer para escribir. Supongo que esperan que yo, que no tengo formación alguna, les dé pautas infalibles, o les explique las reglas de la métrica, o les cuente los secretos para que un texto llegue al corazón de los lectores. Pero en vez de eso mi respuesta es siempre la misma.

Leer.

Leer mucho y de todo. Probar distintas lecturas de distintos autores y distintos géneros. Leer novela, ensayo, poesía. Leer autores rusos y sudamericanos. Leer filosofía, aunque no te enteres de nada. Leer con un diccionario cerca, además, para ir buscando las palabras que no conoces. Leer para aprender expresiones, para memorizar ortografías, para ampliar conocimientos.

Una vez una conocida me mostró un texto de su hijo y me hizo esa pregunta a la que di la citada respuesta. “Mi hijo no lee”- me dijo ella. Y yo le respondí que sí. Que tal vez ella no lo veía leer, pero leía: blogs, cómics, lo que fuera… pero en su breve relato había al menos dos expresiones que no se escriben porque sí. Eran, le dije a su madre, giros de lector.

Claro que siempre hay quienes justifican la negligencia lectora con el precio de los libros, pero yo ahí siempre esgrimo el argumento de las bibliotecas. Y lo hago por experiencia, porque en casa de mis padres no había muchos libros y en cuanto acabé con ellos y supe de la existencia de un organismo público que ponía a tu disposición los libros gratis aluciné en colores. Y allá que me planté, ante el paliducho Castro, a sacar mi primer carnet de lectora. Y desde entonces hasta hoy, y con mayor o menor asiduidad, he estado disfrutando del privilegio de poder acceder a lecturas de todo género sin que me cueste un céntimo. Como hacen millones de personas en el mundo. Y es que una buena biblioteca es, debe ser, el orgullo de una localidad. E, independientemente de los colores del partido que gobierne el consistorio, el equipo de gobierno tiene la obligación moral de apoyarla y sostenerla en lo posible. Y de verdad que yo entiendo que este alcalde pueda vetar a un escritor (lo entiendo, aunque no lo justifique). Y, hasta dentro de esta sinrazón que parece haberse impuesto en la política municipal, entiendo que se pueda vetar a creadores desde medios de comunicación. Lo que no entiendo, porque me parece un despropósito absoluto, es que se anatemice a una biblioteca municipal solamente porque programa actividades por su cuenta. Porque, no nos engañemos, la causa es esa. Y esa cabezonada de alcaldía lo único que consigue es empobrecer un poco más la vida cultural de la ciudad. Y extender injustamente la manía personal que se pueda tener a una persona hacia un colectivo de trabajadores que lo único que pretende es dar una oferta variada a sus usuarios. Porque esto de las actividades “extralectoras”, señores y señoras del Muy Ilustre, en las bibliotecas de los pueblos llevan lustros haciéndolo. Por no hablar de los fondos bibliográficos, de las instalaciones o del apoyo que reciben del consistorio las bibliotecas de los pueblos. Y sé de lo que hablo. Y es una lástima, y una auténtica vergüenza, que, para empezar, la Biblioteca de Tudela no tenga un espacio propio, sino que comparta con el Archivo un edificio que es claramente insuficiente para albergar ambas actividades (el archivo no da más de sí y ha sido necesario habilitar otros espacios del inmueble para almacenar documentos) como también es surrealista que el ayuntamiento no se haga cargo de pequeñas obras de mantenimiento como el arreglo de le escalera de caracol. Y eso por no hablar de la negativa del alcalde, hace un par de años creo que fue, a estampar su firma en un documento para que la biblioteca accediese a una cuantiosa dotación. Todo muy surrealista y medieval.

Eso sí, la iluminación navideña primorosa.

Pan y circo.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Noticias de Navarra

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