martes, 26 de diciembre de 2023


 

LOS DE SIEMPRE

En estos días señalados reivindico nuestro espacio. El de los de todos los días. Los que sostenemos a la hostelería dejándonos liar un martes. Los que tenemos un cartelito con nuestro nombre en un rincón de la barra o de la mesa. Los que llamamos al camarero por su nombre. Los que estamos ahí, llamando la atención al nota que se está pasando varios pueblos. Los que hacemos un simpa sin darnos cuenta y al día siguiente volvemos y antes de pedir pagamos lo olvidado. Los que ponemos falta a quienes no han salido. Los que acercamos la vajilla a la barra antes de irnos. Los que nos hemos ganado el privilegio de conocer a la parroquia, de que nos dejen el muñeco que no puede tocar nadie y de que nos pongan la caña sin pedirla apenas asomamos la nariz.
Y reivindico nuestro espacio en estos días en que nos es arrebatado. En estas fechas en que ellos y ellas, las Olivias y los Travoltas se echan a la noche como si no hubiera llegado el siglo XXI. Se apoderan de los bares vestidos de domingo, pintadas como puertas ellas y ellos con el pelo, en caso de conservarlo, embadurnado de gomina. Son, por si aún no te has dado cuenta, los que sacan un billete de diez para que les cobren ocho cañas. Los que se meten a la cocina buscando el baño. Los que aún piden Dyck para el cubata.

Los que llevan sin salir desde que cerraron Cocorico.

Y es que, confesadlo: la noche no os confunde, coleguitas. La noche, directamente, se os apodera. La noche y el tardeo incluso. Porque lo vuestro es el sofá y el Netflix y estáis KO para el tercer zurito. Y entráis a los bares como en los ochenta, cuando existía el Tubo, y os hacéis los modernos cuando suena el Fito. Y dais codazos y gritáis y tratáis de ligar pidiendo fuego. Pidiendo fuego, que hace falta ser antiguo. Y vais por ahí arrasando, con vuestro gorro de Papá Noel y vuestros chaquetones de 400 pavos. Y vuestra visa preparada para pagar los cien lereles del menú de la cena de empresa. Y se os distingue al kilómetro. No sois nada miméticos. Da igual si estáis dentro o fuera del bar. Enseguida se os cala. Si dentro todos en piña, tirando la mitad del líquido al pasar los vasos de uno a otro por la falta de práctica. Y si fuera por la cara de pasmáos de la poca costumbre de salir en invierno. Y en general por lo pesáos que os ponéis cundo engancháis a un conocido, que no hay forma de zafarse de vosotros. “Es que no salgo”, repetís continuamente.

Como si no se os notase, no te jode…

#SafeCreative Mina Cb

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