sábado, 30 de diciembre de 2023


 

CERRAR LA BOCA

La mañana del día veintitrés tuve un par de percances en el curro. Cosas sin importancia. Pequeños despistes que no son responsabilidad en nadie pero que podrían terminar en catástrofes ante las cuales poco tiene que hacer la política de prevención de riesgos laborales cuando una no tiene la cabeza donde la tiene que tener. Y es que, si diciembre no es mi mes favorito, la Navidad es una de las épocas que peor llevo del año.

A lo que iba. Que la pequeña hecatombe, que además se repitió dos veces en muy poco tiempo, me provocó una llantina incontrolada que mis pobres compañeros no pudieron hacer nada por aliviar. Y el caso es que yo tenía que seguir dedicándome a lo mío, esto es, a tratar con los clientes. Lo de la atención al público en estas circunstancias es muy malo y muy bueno. Muy malo porque te obliga a cambiar de cara y muy bueno precisamente por la misma razón. Porque a lo mejor de lo contrario pasarías el día dentro de la burbuja.

Pero al turrón. En esto que al rato llega una persona, una mujer mayor, que parece que tienen menos formación emocional, y me suelta eso de: "Qué mal te sienta el turno de mañana, parece que no has dormido, vaya cara llevas..." y a mí, que me había costado lo mío bajar del negro nubarrón, me entraron ganas de estrangular a la señora con mis propias manos, porque la única respuesta que podía dar a su desatinado comentario pasaba por desgranar innecesarios detalles personales.

Y digo yo: ¿Qué se gana con esto? La persona que hace el comentario quiero decir ¿Qué gana? ¿Qué consigue? ¿Qué se lleva por la noche a la cama cuando, a punto de cerrar los ojos, hace inventario de las cosas del día? ¿Qué espera obtener como pago? ¿Hacerte llorar? ¿Hundirte en la miseria? ¿Amargarte el día? ¿Qué se saca diciéndole a una persona que ha engordado, que tiene mal aspecto, que no le favorece ese sombrero? Otra cosa muy diferente es cuando alguien lleva la bragueta abierta o el cordón del zapato desatado. En esos casos el aviso es incluso necesario ¿Pero en los otros? Nadie sabe la situación que está viviendo alguien que gana kilos sin quererlo, que se ha puesto un sombrero porque sufre alopecia o que atraviesa un momento personal que le ha desmejorado el rostro. Nada se gana con decirlo. Nunca se gana nada con hacer ese tipo de comentarios. Y además no mejoran la situación del otro sino más bien al contrario. Según como estés te pueden llegar a arruinar el día.

Así que ya lo sabes: La próxima vez que vaya a salir de tu boca una de estas frases, piénsatelo dos veces antes de decirla. O mejor aún. Si ves que tiene mala cara dile algo bonito. Aunque sea que te gustan sus manos. Su camisa. El color de su pelo.

Será mucho más útil, créeme

#SafeCreative Mina Cb

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