lunes, 4 de diciembre de 2023


 

EL FINAL DE “CUÉNTAME”

Poco importa que haya por medio un testamento post mortem o que se recurra a la práctica de “partir en vida”. Hasta el más tonto de la clase sabe que cuando las familias acaban a farolazos casi siempre es por culpa del dinero. Y los Alcántara, ejemplares allá donde los haya, no podían ser menos.

La causa, aparentemente baladí, es la intención del padre de echar una mano al hijo que él ve más necesitado, dándole en vida de sus padres la parte de la herencia que le corresponde. Que aunque la madre, un poco más sensata, medie para que el gesto se haga extensivo al resto de los vástagos, el caso es que al final la cosa acaba por saberse y pasa lo de siempre, o sea que se lía. Y arranca la temporada con ese capítulo en que, tras el funeral de Herminia los hijos se van cada uno por su lado dejando solos a papá y mamá, cosa que apena al espectador sobremanera. Menos mal que en el último episodio vuelve el nieto pródigo (aquél que había provocado el cisma y al que su padre llamaba desde siempre “el heredero”) y acaba por reconciliar al clan. Y todos terminan bailando un pasodoble en la verbena y besándose y abrazándose como posesos en plan pelillos a la mar y la serie concluye como los cuentos de hadas, en donde son felices y comen perdices al menos de momento.

Y es que el “Cuéntame” no podía acabar mal. Esto es en plan realista. Al final, y por mucho que nos las demos de modernos, la tradición nos tira más que el monte a la cabra. Y aunque Carlos hubiera aceptado a la primera su parte del botín sin preocuparse de si se había contado con los otros, y no hubiese cogido un avión para asistir a la boda de su hermana, y hubiera dejado a su padre con el culo al aire cuando la presentación de la primera novela, a la familia se le perdona todo. Y si no se le perdona pues ahí está la abuela, haciendo mohín para que el clan se reconcilie. Y estén happy together forever and ever. Y así tomen ejemplo esas familias díscolas, y los padres que no se hablan con sus hijos porque los unos les han jodido la vida a los otros o viceversa (se dan casos, y más de los que nos parece) o los hermanos que han dejado de tratarse porque un listillo ha apuñalado a los otros por la espalda sin importarle un carajo el vínculo de la sangre (también se han dado casos, y no pocos) se sientan lo peor del mundo por no responder al papel del buen samaritano que ofrece la otra mejilla cuando le han puesto ya el primer carrillo como un tomate. Y es que la familia es lo más y precisamente por eso hay que aguantarle todo. Aunque para ello haya que fundirse las catorce pagas en terapia para no sentirse un Caín del siglo XXI.

#SafeCreative Mina Cb

Y no, de verdad. Chanquete sólo hay uno. Que no me jodan con comparaciones.

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