A LA PARRILLA
Mi amiga Pía está quedándose en los huesos. Que ya tenía poca carne pero es que ahora va dando penita verla. Y todo por un accidente veraniego de estos tontos. Ella vive sola. Bueno, ahora. Hasta hace un mes vivía con Piolín, su canario, que tenía el pobre más años que la pana. Pero ahí estaba, lozanito y cantor. Y muy simpático. Que incluso lo tenía fuera de la jaula y revoloteaba por el apartamento. Y saludaba a todas las visitas con un piquito en la nariz. Hasta ese olvido que ella tuvo. Esa tarde de julio que andaba atribulada por un medio novio que la acababa de plantar. Y se fue a llorar al campo. Con cuarenta grados, que no sé cómo no le dio una lipotimia. En vez de llamar a cualquiera y quedar en un sitio fresquito para tomar un café con mucho hielo. Y cuando llegaba a casa la vio desde la calle. La jaulita en el alféizar. A pleno sol. Corrió y corrió pero era demasiado tarde. Piolín yacía inerte en el piso de la jaula, las garras fuertemente cogidas a los barrotes y tieso como un tizón.
Se le pasó de golpe lo del medio novio y ya no fue persona. Dejó de comer pollo, pavo, pato... todo lo que pudiera tener plumas. Y huevos, que salen de las aves. Y cualquier otra cosa. Porque cayó en una inapetencia y un marasmo ingobernables. Está encerrada en casa, todo el día pegada a la jaulita. Le ha hecho un altar. Quiso disecar al pájaro pero el taxidermista le dijo que no era posible de puro churruscado que quedó. De hecho, le tuvieron que separar el cuerpo de las garras porque no hubo forma de abrirlas para despegarlas de los barrotes. Y ahí siguen. Y aprovechando la reliquia improvisó un rincón de culto con la jaula y la última barrita Nido que el animal dejó a medio raer. Y la jibia, que estaba ya muy amarilla pero igual le da. Le pone flores frescas cada día. Y velas amarillas con olor. Y se ha apañado una lista en el sopotify con trinos de canario y ahí está dale que te pego al velatorio. Llorando sin parar.
Ahora dice que se le aparece por la noche. Que le canta al oído y no la deja dormir. Que lo ha intentado todo pero no hay manera. Ni con Valium. Yo le he recomendado a una psicóloga amiga mía que cuentan que es muy buena para tratar los duelos. Y los complejos de culpabilidad. Y mientras tanto le he sugerido que le ponga alpiste en la mesilla de noche. Pero mucho. A ver si entriporra, se amodorra y por lo menos deja que duerma un poco la pobrecilla. Que si no, al paso que lleva, en cuatro días se reúne con él en las alturas.
Y sin saber volar.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
lunes, 10 de enero de 2022
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