MENSAJES DE AMOR
Esta noche, cuando volvía a casa, me he encontrado esto. No estaba ayer, ni estaba a mediodía. O al menos no lo he visto, y eso que yo voy casi siempre mirando al suelo en busca de tesoros extraviados. Lucía ahí, pintado junto a un banco, un tanto fuera de lugar en estos tiempos de facebook y de twiter. Un romántico, me he dicho, segura de que era un chico, que son quienes a menudo se avergüenzan de enamorarse hasta las trancas y acaban embadurnando los muros, en soledad y amparados por la negrura de la noche, con soflamas cursilonas mientras que la nena marea la perdiz saltando de flor en flor y citándose con gilipollas que lo único que quieren es sumar una foto más a su álbum de conquistas.
He querido pensar que es un mensaje anónimo. Y que su destinataria no tiene ni puñetera idea de que lo han escrito para ella. Y que él la conoce. Y la frecuenta. Es más; incluso me he atrevido a ir más lejos y aventurar que es él quien le sirve de paño de lágrimas cuando ellos, los otros, los gilipollas sin sentimientos, la cambian por otra más complaciente y menos respondona. Y que pasan horas y horas hablando de la vida y del amor, y que a veces ella le pregunta, ya un poco achispada y mirándole a los ojos, atraída pero sin acabar de enamorarse: “Oye… ¿pero me vas a decir de una vez quién es esa chica que tanto te gusta?” Y él le responde: “Ya te enterarás”
Y me he dicho que ha de llegar el día en que la vida recompense la paciencia del chaval, y que ella acabará por darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce, y que lo importante de un enamorado no es que te exhiba como si fueras un trofeo sino que te quiera y punto, y volverá sus ojos hacia él; pero no con resignación, que eso es muy triste, ni con agradecimiento, que es un poco lamentable, sino con adoración. Y que se dará cuenta de que todas esas horas de confidencias y de charlas sin sentido le han llenado el corazón de poesía, y de que no es capaz de ser ella misma con ningún otro, y de que se cabrea cada vez que alguno de sus novios lo critica, y que lo echa muchísimo de menos cuando pasa un par de semanas sin saber nada de él… y de que ha sentido una punzada en el estómago cuando le han dicho que lo habían visto con otra…
Y al fin he decidido imaginarlos paseando por la plaza, ya adultos y enlazados todavía, una noche de verano como ésta, sonriendo al ver la inscripción ya borrosa y casi ininteligible, deteniendo el paso y besándose en silencio para continuar la marcha y perderse calle arriba, paseantes anónimos, únicos sabedores de la identidad del autor de esta frase que, ojalá, se pudiera leer con más frecuencia en los muros de las calles de todas las ciudades de este mundo raro.
Buena suerte, chaval… Seas quien seas.
#SafeCreative Mina Cb
Esta noche, cuando volvía a casa, me he encontrado esto. No estaba ayer, ni estaba a mediodía. O al menos no lo he visto, y eso que yo voy casi siempre mirando al suelo en busca de tesoros extraviados. Lucía ahí, pintado junto a un banco, un tanto fuera de lugar en estos tiempos de facebook y de twiter. Un romántico, me he dicho, segura de que era un chico, que son quienes a menudo se avergüenzan de enamorarse hasta las trancas y acaban embadurnando los muros, en soledad y amparados por la negrura de la noche, con soflamas cursilonas mientras que la nena marea la perdiz saltando de flor en flor y citándose con gilipollas que lo único que quieren es sumar una foto más a su álbum de conquistas.
He querido pensar que es un mensaje anónimo. Y que su destinataria no tiene ni puñetera idea de que lo han escrito para ella. Y que él la conoce. Y la frecuenta. Es más; incluso me he atrevido a ir más lejos y aventurar que es él quien le sirve de paño de lágrimas cuando ellos, los otros, los gilipollas sin sentimientos, la cambian por otra más complaciente y menos respondona. Y que pasan horas y horas hablando de la vida y del amor, y que a veces ella le pregunta, ya un poco achispada y mirándole a los ojos, atraída pero sin acabar de enamorarse: “Oye… ¿pero me vas a decir de una vez quién es esa chica que tanto te gusta?” Y él le responde: “Ya te enterarás”
Y me he dicho que ha de llegar el día en que la vida recompense la paciencia del chaval, y que ella acabará por darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce, y que lo importante de un enamorado no es que te exhiba como si fueras un trofeo sino que te quiera y punto, y volverá sus ojos hacia él; pero no con resignación, que eso es muy triste, ni con agradecimiento, que es un poco lamentable, sino con adoración. Y que se dará cuenta de que todas esas horas de confidencias y de charlas sin sentido le han llenado el corazón de poesía, y de que no es capaz de ser ella misma con ningún otro, y de que se cabrea cada vez que alguno de sus novios lo critica, y que lo echa muchísimo de menos cuando pasa un par de semanas sin saber nada de él… y de que ha sentido una punzada en el estómago cuando le han dicho que lo habían visto con otra…
Y al fin he decidido imaginarlos paseando por la plaza, ya adultos y enlazados todavía, una noche de verano como ésta, sonriendo al ver la inscripción ya borrosa y casi ininteligible, deteniendo el paso y besándose en silencio para continuar la marcha y perderse calle arriba, paseantes anónimos, únicos sabedores de la identidad del autor de esta frase que, ojalá, se pudiera leer con más frecuencia en los muros de las calles de todas las ciudades de este mundo raro.
Buena suerte, chaval… Seas quien seas.
#SafeCreative Mina Cb
No hay comentarios:
Publicar un comentario