EL SOL DEL OTOÑO
El sol del otoño es pegajoso y remolón, como esas últimas moscas que perviven, zumbonas y nostálgicas, y se agarran a los cristales y a los azulejos como imanes de nevera, como tercos vestigios de una estación dulce y ociosa que se resiste a irse, o que más bien nos resistimos a dejar marchar. Y a lo mejor por eso es que nos gusta tanto dejarnos caer sobre los bancos o los crizales de las puertas, echar hacia atrás la cabeza y entrecerrar los ojos, adormilados como viejecitos con chaqueta de lana, y dejarnos poseer por la brillante energía de esas briznas de luz amarilla, que nos amodorran y nos sacan de este mundo, tan sólo por un momento, para llevarnos en volandas, un corto y errático paseo por el ya extinto, añorado, idílico verano.
#SafeCreative Mina Cb
El sol del otoño es pegajoso y remolón, como esas últimas moscas que perviven, zumbonas y nostálgicas, y se agarran a los cristales y a los azulejos como imanes de nevera, como tercos vestigios de una estación dulce y ociosa que se resiste a irse, o que más bien nos resistimos a dejar marchar. Y a lo mejor por eso es que nos gusta tanto dejarnos caer sobre los bancos o los crizales de las puertas, echar hacia atrás la cabeza y entrecerrar los ojos, adormilados como viejecitos con chaqueta de lana, y dejarnos poseer por la brillante energía de esas briznas de luz amarilla, que nos amodorran y nos sacan de este mundo, tan sólo por un momento, para llevarnos en volandas, un corto y errático paseo por el ya extinto, añorado, idílico verano.
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