miércoles, 26 de mayo de 2021


 

Querido mío:

Por la presente te comunico que he dejado de esperarte. Ayer cerré todas las ventanas y balcones, recogí de los alféizares las plantas que tú te encargabas de cuidar y las tiré a la basura, así estaban de mustias y de tristes. Limpié el suelo, que el viento había llenado de pelusas, y reorganicé de nuevo los armarios, guardando en el altillo todas las cosas que pensaba ponerme para ti: los vestidos de colores, las diademas floreadas o aquellas sandalias de tiras cruzadas que tanto habían taconeado por las calles adoquinadas y desiertas, solos tú y yo y la dulce negrura de la noche.

Por último, y como revancha, me enfundé unas botas negras, unas medias de rejilla y una cazadora de cuero y me fui de fiesta con unas amigas: nada de terracitas como me gustaba hacer contigo. No. Nos metimos a una sala de fiestas atestada de cuarentones divorciados con ganas de echarse un casquete en plan aquí te pillo aquí te mato y allí nos dieron las tantas. A la vuelta a casa, sola y aterida de frío (cómo te echo de menos, me decía…), encendí el radiador y me metí en la cama sin siquiera quitarme el maquillaje.

Esta mañana al levantarme me he asomado a la ventana para ver si el milagro se había producido, pero no: las ráfagas de viento seguían azotando las copas de los árboles. Y el cielo estaba gris. Como ayer. Como anteayer. Y como siempre.

Y he decidido escribirte esta carta. No por la cobardía de no querer decírtelo a la cara, sino porque no sé dónde localizarte. De hecho, no tengo ni idea de cuál puede ser tu dirección. De modo que intentaré contactar con el instituto nacional de meteorología.

Que a lo mejor ellos saben dónde encontrar al verano.

#SafeCreative Mina Cb

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