lunes, 17 de mayo de 2021


 

LA COSA DE LO RURAL

A mí esta tendencia de irse al pueblo empieza a preocuparme, la verdad. O sea que se esté generalizando de tal modo. Vamos, que hasta mi prima favorita, que odiaba ir al huerto de pequeña, se ha echado una finca con olivos a tomar por culo y ha vendido el piso que tenía. En el centro y tan coqueto además. Que de no ser porque me queda grande se lo hubiera comprado yo. Bueno, por eso y porque aún no he pagado el mío, y con las hipotecas pasa como con los novios: que a pares no dan más que gastos y problemas.

Pero a lo que iba: que a la peña le ha dado por ahí. Dicen que es lo inn, que la ciudad no mola y que lo mejor es comprarse un edificio en ruinas en un pueblo de veintintantos habitantes y luego ir arreglándolo. Que como en esos sitios las casas valen dos pesetas, pues trae cuenta. Que eso ya debería hacerte sospechar. Eso y que vendan tantas. Y que cuando vayas a verla sea siempre verano, que es cuando hace bueno, hay flores y pájaros, el bar está abierto, en el sitio hay un ambiente del copón porque está allí toda la peña que el resto del año vive en otro sitio porque sabe lo que hay y tú te encuentras como un roble. Tú vas a la aldea, te plantas en mitad de la chabola, a cuelo abierto bajo el techo desmembrado, y te enamoras. Te enamoras así, sin más. Igual que a los catorce te enamorabas del rubio de los Pecos. Con la misma pasión y el mismo desenfreno. Y te ves. O sea la ves. Lo ves. Ves el salón y el patio y la cocina vasca. Y la terraza para echar el vermú con los amigos. Cuando vayan. Y haces cuentas y te dices que con pagar las piedras de momento basta. Y te lo compras y los fines de semana te vas allí a darles al carretillo y a la llana. Y en lugar de en cañas te gastas la pasta en cemento y en ladrillos. Y unos meses más tarde, contracturada pero satisfecha, colocas el felpudo de Wellcome y a hacer planes. Que con lo poco que se gasta en una aldea igual hasta te puedes jubilar a los sesenta. Y vender el piso que acabaste de pagar hace dos años y mudarte para siempre. Claro que luego caes en la cuenta de que en el colmado un tetrabrik de leche vale un pastizal. Y que hay que coger el coche sí o sí una vez a la semana para ir al híper. Y que además la carretera tela marinera, sobre todo si hay nieve. Y que la factura del teléfono te cuesta un huevo porque no hay fibra y te tienes que someter a Telefónica. Y que el sablazo con la calefacción es de atarse los machos en invierno. Y que no hay cine. Y que en el bar tienen un plasma de 50x50 en el que se ve todo el tiempo Tele5. Menos cuando hay fútbol. Y no digas nada porque te cogen ojeriza. Y si en un pueblo te cogen ojeriza puedes darte por jodido. Aunque para eso tienes la terraza. Para echarte tus birritas. Pero sólo en verano, que en invierno la cosa es más como de whisky. Sin hielo, que con los ocho bajo cero no hace falta. Y además quién necesita cubitos teniendo carámbanos en el alero. Y ni se te ocurra resfriarte en serio porque como tengas que correr al médico lo llevas clarinete. Porque el dispensario es para lo que es, o sea accidentes leves y dolor de muelas. Y si te toca llamar a la ambulancia en Enero tarda tres horas en llegar. Pero vamos, que tú estás convencido de que cuando te cameles a todos tus amigos para que se compren una casa allí los servicios llegarán. Quiero decir la carretera chupi, la fibra, el ambulatorio, el cine y el hipermercado.

Vamos, que será como una ciudad en miniatura…

Pero llena de viejos.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario