OXITOCINA
Por amor
ya hice lo que se puede hacer.
Quemé mis naves.
(¿Qué digo mis naves?
A la Armada Invencible le di fuego)
Quise dejarlo todo.
Abandoné costumbres,
amigos, inquietudes….
E imaginé ese oasis
beatífico y eterno
que promete la aviesa oxitocina.
Es más…
Odié con tanto afán y tanto celo
como antes pude amar.
Y hoy miro en torno a mí
y ese vacío
del ansia de la ausencia
me huele a libertad.
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