viernes, 26 de marzo de 2021


 

EL DON DE LAS PALABRAS

Me otorgaron el don de las palabras
como podían haberme otorgado cualquier otro,
por ejemplo,
el de pintar las estrellas en el cielo
y así pasar las noches
dibujando luceros amarillos
e iluminando mundos
próximos y lejanos.

O dotarme de la mágica virtud
de hacer sonreír a las personas tristes
con una nariz roja
y unos grandes zapatos de puntera redonda.
Es difícil, y muy meritorio
el inventar sonrisas
en ancianos y niños malcarados sobre todo
y debe ser, intuyo
una enorme satisfacción el conseguirlo.

Pudo haberme, también, dado mi madre
un talento especial para la música…
Eso sí molaría…
Mucho…
Mucho…
Anda que no me gustaría a mí tocar un instrumento
y amenizar las fiestas,
y cantar mientras las gentes beben,
y bailan,
y gritan, e incluso se enamoran
para caer rendidas y dormir
de un tirón hasta bien entrada la mañana
y despertarse, risueñas y dichosas,
con los sones del festín aún resonando en sus oídos….

Pero no…
Yo sólo tengo el don de las palabras
que no dibuja estrellas en el cielo,
ni lleva nariz roja, ni zapatos enormes,
ni resuena en el aire en mitad de un día de fiesta.

Es el mío un don raro…
de maestro de escuela de los de antes,
de Pepito Grillo,
de fábula redicha,
de discurso de abuelo Cebolleta,
de cura enardecido gritando desde el púlpito,
de anarquista a su bola, desnortado y caduco,
descreído y sin causa
que vocea, insistente,
en mitad del desierto
aunque nadie le escuche…

Por costumbre tan sólo…
Por si acaso tan sólo…
Sin perder la esperanza de lograr el milagro
de remover las piedras…

con tan sólo palabras

Sé que es casi imposible,
pero no tengo fuerza,
ni armas,
ni sé pintar estrellas,
ni llevo nariz roja,
ni toco un instrumento.

Yo tan sólo poseo el don de las palabras.

Tan sólo tengo eso
para cambiar el mundo.

#SafeCreative Mina Cb

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