miércoles, 17 de febrero de 2021


 

No puedo por más, Ramiro,
viendo que nos has dejado
que ponerme ante el teclado
a decir cuánto te admiro.

No conociste retiro.
Jamás fuiste jubilado,
sino sabio venerado
que se instruyó sin respiro.

Y a ese cúmulo de ciencia
sumaste, en tu senectud,
otro tanto de experiencia.

No habrá, maestro, ataúd
donde quepan tu sapiencia,
tu bondad y tu virtud.

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