lunes, 7 de diciembre de 2020


SAN JORGE
(23 de abril de 2020)

Me despierto tarde y con esa sensación plomiza en el espíritu que me acompaña desde hace no mucho. Duermo bien, tal vez porque el sueño es el único espacio para la libertad, y hoy me he propuesto no mirar las noticias ni llorar. Pero es difícil porque el cuerpo lo que me pide es acurrucarme en el sofá y beberme una cerveza detrás de otra. Y llorar. Llorar a mares.
Hoy es San Jorge y ya habrá rosas en el campo. Hasta los vencejos han llegado y llevo semanas sin poder ver al martín pescador. El río lo veo de pasada cuando voy a trabajar y está precioso. La otra tarde me emocioné tanto que me eché a llorar como una boba y así seguía cuando me paró un municipal. Fue muy amable. Me preguntó si estaba agobiada y le contesté que no. Que simplemente me destrozaba el corazón ver el paisaje y no poderlo disfrutar.
Pongo música y me empiezo a deslizar por el salón. Es una hermosa melodía de Phil Collins pero yo ya no hago más que mirar la puerta. Está ahí. Podría abrirla y largarme. Dar un paseo a ver si se me pasan esta maldita angustia y estas ganas de llorar. Pienso en la gente que está peor que yo pero ya no me sirve. Ya no. Porque a ese pensamiento se superpone la imagen de las flores y los pájaros. Y el sol. Que en mi casa no entra a chorro. Y esa última mañana de domingo que salí y me senté en el suelo, la espalda apoyada en una tapia, y aspiré su caricia, temerosa de no ir a poder volver a disfrutarla en mucho tiempo. 

#SafeCreative Mina Cb

Texto escrito durante el confinamiento y dedicado a todos los que se van a cortar las venas si no les dejan celebrar la Navidad

 

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