INCONGRUENCIAS
Es Navidad
y yo deseo la muerte de mi padre.
Se lo dije a mi madre
ayer tarde
que era Nochebuena
y ella me confesó que también la deseaba.
Yo lloraba un poco
sólo por el costado exterior del ojo derecho.
Estábamos en la calle
la gente reía
la música del Olentzero sonaba
las niñas corrían vestidas de caseras
y mi madre me decía
que se puede desear la muerte
de alguien a quien amas.
La abracé
y eso me hizo sentir mejor.
No el abrazo
sino esa complicidad de asesinas
que no tienen coartada.
Aunque sé que ella miente
y que lo dice con la boca pequeña
(lo de que le desea la muerte)
sólo para hacerse la fuerte
y para evitar que yo
me odie a mí misma como lo hago
por desear la muerte de mi padre
lo mismo que deseo
a algunos hombres
a los que no sé si un día llegaré a tener.
Ella, sin embargo
nunca se dejaría poseer por ellos
aunque los desease.
As ahí donde está la diferencia entre ella y yo:
que ella dice desearlo
pero no es cierto
y yo en cambio
lo deseo de verdad.
Anoche estuve sola
porque estaba enfadada con el mundo
que no es lo mismo que estar triste
o que estar nostálgica,
porque cuando uno está triste le viene bien la compañía
aunque sólo sea presencial;
pero cuando uno está enfadado,
como yo anoche
porque me odiaba
por desear la muerte de mi padre,
es mejor estar solo
para que otros no te puedan leer el pensamiento
y te odien también.
Me tumbé en el sofá
y pasada la una me metí en la cama
y esta mañana,
al despertarme
he escrito tres poemas:
uno sobre el Alzheimer,
otro sobre cómo deseo la muerte de mi padre
y otro acerca de esos hombres a los que quisiera tener
y que han vivido tanto
que creen que pueden mirarme por encima del hombro
tan sólo
porque lo han probado todo.
(25 de diciembre de 2015)
#SafeCreative Mina Cb
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