lunes, 24 de agosto de 2020




VAMOS-A MORIR-TODOS (Y TODAS) 
(mi teoría de la conspiración)

No soy viróloga ni patóloga ni epidemióloga pero una cosa sí tengo muy clara:

Y es que todos tenemos que morir.

Y no queremos.

Pero hemos de hacerlo. Más tarde o más temprano un virus, un tumor, un accidente o la propia edad se nos llevarán por delante y hasta aquí hemos llegado. Así ha sido siempre y así va a seguir siendo nos pongamos como nos pongamos. Y menos mal, porque el día que la inmortalidad sea posible no va a estar al alcance de cualquiera. Y sobrevivirán sólo los poderosos, que por lo general son los más canallas.

Llevamos décadas desafiando al tiempo. Alargando la vida de manera artificial. Reanimamos nonagenarios moribundos para tenerlos con nosotros unos días más. Mantenemos enfermos crónicos atados a máquinas sabiendo que nunca volverán a ser los que fueron. Y seguimos investigando para prolongar la existencia de seres que, por las leyes naturales, deberían haber partido hace ya tiempo.

Y mientras, por otro lado, atacamos la salud y al sistema inmunológico (tan en boga ahora) de un modo brutal: atiborramos a los niños de químicos desde que nacen. Se les prescriben por parte de los pediatras compuestos que su organismo es capaz de producir, y luego en casa les damos yogures que activan las defensas.... ¡A los niños, que son capaces de generarlo todo! Y de ese modo ya hacemos que, desde bien pequeños, su sistema inmunológico no necesite funcionar al cien por cien. Si a eso sumamos la mala costumbre de la automedicación que tenemos los adultos y que ellos tomarán como algo normal, el cóctel va ganando en ingredientes.

Pero aún hay más. Como las farmacéuticas son muy listas y quieren tener cada vez más beneficios, les interesan dos cosas: la primera, que vivamos muchos años y la segunda, que lo hagamos con alguna enfermedad a cuestas: y ahí entran la tensión , el colesterol y todas esas mandangas cuyas tasas se van modificando a la baja para que cada vez tengamos que empezar a medicarnos antes y nuestro organismo, para cuando llegamos a los cuarenta, sea un puto yonqui de la química. Porque hacer ejercicio nos da pereza y es mejor la pastilla, claro que sí. La pastilla y el sedentarismo.

Pero no acaba ahí la cosa: porque también hemos de hablar de todos los venenos que utilizamos para que los tomates del súper sean baratos, coloraditos y no tengan gusanos. O para engordar en un tiempo récord a los pollos, las terneras o los cerdos. O para alimentar a los pescados de las piscifactorías y que aparezcan luego, monísmos y alineados en el mostrador de la pescadería, todos igualitos como hechos con un molde de plastilina Jovi.

Seguro que me dejo algo pero sigo. Y ahora le toca al planeta: ruidos, gases tóxicos, vertidos, basuras, plásticos, devastación forestal, aniquilación de las especies... Si creemos que todo eso no vuelve después hasta nosotros estamos muuuy equivocados porque lo hace. De hecho, una de las teorías acerca de este covid tan cabrónido dice que podría ser un virus ya extinguido que se ha vuelto a liberar a causa del deshielo y que, como este, podrían salir más para los que la ciencia moderna no conoce cura. O sea que nos vayamos haciendo con un fondo de armario de guante y mascarilla porque esto no se acaba aquí.

Pero a lo que iba. Que también están los satélites de las telecomunicaciones y lo de llevar el móvil todo el día a cuestas, y lo del 5G, que mi sobrino, que es conspiranoico, dice que te fríe el cerebro.

Y hasta aquí: ahora sólo hay que sumar los yogures que activan las defensas, los ibuprofenos sin control, los preventivos del colesterol y demás yerbas, los pesticidas, la basura en el mar, la contaminación ambiental y acústica, los satélites y alguna cosa más, como por ejemplo el estrés, el sedentarismo, las deficientes condiciones laborales, la frustración y otros muchos males del espíritu causados por este capitalismo salvaje que gobierna al mundo, y el resultado es un sistema inmunológico de mierda que, sumado a un virus cabrón, una sociedad tendente a la inmortalidad, una clase política mundial incompetente, un sistema científico empobrecido porque la pasta va a cosa más importantes y unos medios de comunicación que propagan el miedo en vez de la responsabilidad y el sentido crítico, a lo mejor resulta que esta puta epidemia (la humanidad ha sobrevivido a muchas) nos la tenemos más que merecida.

Por gilipollas.

#SafeCreative Mina Cb

Nota: Ni Blancanieves aguantó metida en una urna para siempre.

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