Querido señor Universo:
No es por ponerme tiquismiquis pero creo que la cosa se nos está yendo un poco de las manos. Y no lo digo tan sólo por lo colectivo sino además por lo individual. Porque, si bien lo de soltar puede ser terapéutico, me da que lo ideal es hacerlo poco a poco. O en pequeñas dosis. O sea, en plan sanador de almas, que tú te haces a la idea de que alguien va a ausentarse de tu vida, temporal o definitivamente, y te vas concienciando de que las cosas son así y así es como hay que aceptarlas. Y que seguro que ese hueco que en principio te parece una sucursal del Triángulo de las Bermudas, con el tiempo se va a llenar de personas y cosas bonitas que remplazarán al que ha partido.
Vale. Hasta ahí estoy al cien por cien de acuerdo contigo, señor Universo, pero a ver... ¿Qué necesidad hay de convertir eso de la pérdida en una carrera de relevos? ¿No puede ser una de obstáculos en plan tú vas un rato tranquila y hop, un salto, luego hop, otro salto, lego hop, otro salto, y entre valla y valla tienes un terreno firme? ¿No se puede hacer así? ¿Hay algún problema, señor Universo? ¿O es que eres vago y no te apetece andar poniendo vallas y prefieres darle el palo del relevo al primero que ponga pies en polvorosa y que luego el resto se lo vayan pasando de uno a otro? ¿Qué necesidad hay, pregunto, oh, señor Universo, de que se sucedan fallecimientos, batacazos sentimentales, cismas familiares, éxodos de amigos y mudanzas varias, de modo que aún no hayas acabado de soltar a uno cuando ya veas que el siguiente está llenando las maletas? ¿Es necesario hacerlo todo al mismo tiempo, señor Universo? Porque yo ya estoy en un sinvivir, qué quieres que te diga. Y como me hallo tan atónita les frío las neuronas a whatsapps a mis amigas y tan hartas las tengo que alguna hay que hasta se está planteando el bloquearme. Por no hablar del gato, que noto que me mira raro últimamente y ya espero el día en que, al abrir la puerta, salga de estampida y no lo vea más. Y en cuanto a mí, en cualquier momento pierdo las llaves y me quedo bajo el puente, porque entre rupturas, éxodos, mudanzas y demás no me va a quedar aquí ni a quien dar una copia para casos de emergencia.
Y luego, que aunque no tenga ninguna relación, últimamente apenas leo, soy incapaz de seguir una película y no paro de escuchar al Carlos Tarque. Que seguro que eso también es una señal (lo del Tarque digo) pero a más que lo pienso no la pillo.
En fin, señor Universo, que ya sé que a lo mejor me quejo un poco de vicio y que seguro que con todo esto lo que quieres es hacerme un guiño, o sea darme una enseñanza. Pero la verdad es que, pese a que al principio lo veía clarinete, conforme van pasando las semanas tus designios me resultan cada vez más incomprensibles. Y por eso quiero pedirte que te dejes de pistas y hables claro. No sé, cúrrate un tutorial de Youtube, o mándame un audio, que es lo que hace todo el mundo cuando le quiere explicar algo a un gilipollas, o déjame un mensaje en el teléfono y quedamos en la terraza de un bar y me lo aclaras todo mientras echamos una cañas.
Que si hace falta ya pagaré yo.
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