domingo, 8 de junio de 2014






SE LLAMABA CHARLIE…

Se ha quedado atrapada en las calles, incapaz de alzar el vuelo hacia el nido donde dispone de abrigo y protección, aturdida y desorientada delante del morro de un coche cuyo ocupante, vaya usted a saber por qué remota ...casualidad (todo en la vida ocurre por algo, es la frase que más escucho últimamente), llevaba en el maletero un arnés con el que la ha sujetado y la ha arrastrado suavemente hasta dejarla en un el rincón de los contenedores de basura, un lugar poco poético pero bastante apartado de los peligros del asfalto.

Me he acercado, la más valiente del grupo de mirones, sin tomar ninguna precaución (soy de las que piensan que pocos animales atacan de no ser por verse amenazados) y la he mirado fijamente, los ojos húmedos y brillantes, contorneados en negro, como los de los faraones egipcios, el pico sólido y puntiagudo y mucho más largo de lo que aparenta cuando las vemos allá en lo alto y el plumaje sucio de escarbar entre el barro de las charcas. Y ese ala rota, que unida al chapucero graffiti de la pared le daba a la escena un aire grotesco y surrealista; como si aquello en vez de un accidente fuera la invención de un artista excéntrico, una performance donde todo estaba escrupulosamente preparado: los muros sucios, los horribles contenedores de plástico y el pobre animal lisiado y temeroso.

La he mirado por última vez antes de disparar la cámara y alejarme, tarareando esa cancioncilla de mi infancia que hablaba de una paloma, Charlie, que el cantante había encontrado en la calle perdida y llorando de hambre y que yo, entonces, pensaba que era una chica y no un pájaro.
Lo que es la vida…

#SafeCreative Mina Cb

1 comentario:

  1. Me gusta más seguirte aquí, aunque entiendo que FB tiene más difusión. Eso les pasa a las cigüeñas por estar donde no deben. Con lo bien que estarían con sus nidos en el campo. Un abrazo desde mi mejana

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