LA OTRA
Desde
el momento en que nos miramos ya no existió nada más. Me atrajo su sonrisa, cálida
y franca, que contrastaba con esos ojos apagados. Nos veíamos con frecuencia,
hacíamos trabajos juntos y lo que en principio era una simple atracción se
convirtió, al cabo de unas semanas, en un amor como yo jamás había sentido.
Él me
huía en un principio: me hablaba tímidamente y evitaba mirarme de frente, pero
yo sentía no obstante cómo su respiración se aceleraba al acercarse, y cómo sus
manos temblaban al dejar los papeles sobre mi escritorio. Y mientras él
reprimía sus impulsos mi corazón iba cada día más acelerado: empecé a
arreglarme para ir al trabajo, me compré ropa, me teñí el pelo, perdí varios
kilos sin necesidad de dieta: simplemente no tenía gamas de comer: me
alimentaba con su presencia y sus palabras, con sus tímidos gestos, con su
mirada esquiva.
Hasta
el día en que él vio que las cosas estaban llegando demasiado lejos y me habló
de ti. Que no quería herirme, me dijo. Que me quería pero que no era posible,
me dijo. Que le olvidase, me dijo. Que llevabais demasiados años juntos, me
dijo.
Pero yo
no le escuchaba. Lo único que oía eran los latidos de su corazón y el crujido
del mío al desgarrarse. Quise morirme. No era justo renunciar a él sabiendo que
existía. Es lo que tiene el amor: puedes vivir tranquilamente hasta que
descubres que esa persona existe y ya no es posible continuar sin ella.
Pasamos
semanas esquivándonos. Pidió un cambio de departamento y ya apenas nos veíamos.
Pero de vez en cuando nos cruzábamos en los pasillos y nos mirábamos con
tristeza, como dos reos condenados a cadena perpetua.
Coincidimos
de nuevo en la fiesta de fin de año. El resto ya lo sabes. No espero tu perdón.
Sólo te pido que vuelvas la vista hacia el pasado y recuerdes los primeros
tiempos, antes de convertiros en los desconocidos que ahora sois: los primeros
tiempos, cuando él era lo más importante, cuando se te aceleraba el pulso sólo
con mirarle, cuando pensabas que no podía existir más dicha que la de pasar la
vida el uno junto al otro.
Cuando
le amabas y él te amaba a ti.
Pues
bien: así es como me siento yo ahora mismo.
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La Otra
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