jueves, 6 de febrero de 2025


 

VOLAR
(la otra versión del cuento de ayer)

Fue en tiempo prepandemia. Se conocieron en un festi. Ella era de Tudela y él de Zaragoza y el festival no era ni en un sitio ni en el otro. Cosas de la vida. Pero se enamoraron enseguida y decidieron seguir viéndose. Eran aún jovencitos y el amor ya se sabe, a esas edades no hay quien lo contenga. Es por eso que el confinamiento los partió por la mitad. Pasar semanas sin verse suponía para ambos una agonía difícil de sobrellevar, pero el multazo si te pillaban fuera, primero de casa y después de tu comunidad autónoma, resultaba bestial. Y no era plan de quedar a mitad de camino porque lo que querían, como toda pareja de amantes que se precie, era hacer el amor.

Se le ocurrió a ella. Uno de estos días de cierzo desatado. Era muy menudita y no sería difícil. Y además ya se podía salir del municipio. Claro que era arriesgado, pero la pasión todo lo puede y el muchacho accedió. Y se puso a la tarea de construir un enorme cazamariposas con el que se encaramó a una loma altísima en el punto más septentrional de la provincia y allí esperó el aviso. Ella le mandó un watsapp cuando estaba preparada. Se había trasladado a una montaña próxima a la muga entre ambas comunidades autónomas, según habían acordado, enganchándose al llegar una enorme vela de tul a la cintura que haría que fuese arrastrada por el viento, cuya dirección habían estudiado meticulosamente. Ambos deberían ser muy precisos puesto que si él erraba la captura la chica pasaría de largo sin posibilidad de retroceso y acabaría a saber dónde.

Al llegar al altozano, ella desplegó los tules y salió volando. Algunas patrullas la vieron cruzando la frontera pero no la pudieron detener, pues era imposible desplazarse a la velocidad del viento. Tan sólo su amado pudo, en el punto señalado, interceptarla con su red para estrecharla después entre sus brazos.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen: "Amantes", de Marc Chagall

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