jueves, 27 de febrero de 2025


 

P U Y

Querida amiga:

La verdad es que tenía esto pendiente. Tu adiós a finales de la semana pasada me pilló en mil historias y con el pie cambiado y por las justas me dio tiempo a improvisar un puñado de versos que te quedaban sobradamente cortos.

Quien no lo ha vivido no sabe de qué hablo. Carnicerías era un hervidero de comercios en el que un día aparecisteis Ángel y tú, él con su pelambrera un poco hippie y tú supermoderna, con tu esbelto talle y el pelo pajizo y más bien corto, que era lo que se llevaba entonces. Aún no teníais hijos y el carácter alegre y amable de ambos hizo que encajaseis a la primera en esa atípica familia que componíamos el clan de comerciantes de la zona. Apostasteis por una oferta que combinaba lo moderno con lo tradicional y poquito a poco os fuisteis haciendo con una clientela fiel.

Para entonces Puy ya había nacido y los hijos de los tenderos tomábamos de vez en cuando el relevo, sobre todo los sábados, cuando nuestros padres nos dejaban al frente de las tiendas y echábamos la tarde en la acera que había delante de tu zapatería, dándole a la sinhueso, apoyados a menudo en alguno de los coches que aún circulaban y podían aparcarse por ahí, esperando a que dieran las ocho para echar el cierre y largarnos al tubo a buscar a las cuadrillas. Fueron, como digo, muchas horas de hablar de lo divino y de lo humano, de compartir vivencias, de ver crecer a la mayor de tus hijas y de ir trabando entre todos una relación particular y estrecha, que nos convirtió en una especie de tribu a la que unía un interés común: estábamos mis padres, la Sagrario, los Morón, la frutería de Felisa, el morcillero… Y todos tan distintos que, de haber coincidido en otro entorno, tal vez nunca hubiésemos llegado a constituir tan singular agrupación.

Pero nada es eterno en esta vida y al cabo de un tiempo nos fuimos dispersando: traspasos, jubilaciones… y vuestra marcha a la Carrera, a un local más grande, con dos escaparates y mucho más paso de público que una Carnicerías que iba ya siendo tomada por los bares. Y tú y yo nos seguimos saludando como antes. Y echando una charrada alguna vez que te encontraba rumbo a Caldereros, o echándote un café en la terracita del D3. O al final de la tarde, cuando venías a hacer la compra al súper.

Sé que es fácil decirlo cuando alguien se ha marchado, pero si me pidiesen que resaltara un detalle de tu carácter seguramente, y por encima de la alegría, destacaría tu talante conciliador. Quiero decir ese interés que siempre ponías en quitar importancia a las cosas graves para suavizar los términos y evitar que las personas se enfrentasen. Ese rasgo de ti lo aprendí tarde, pero se me quedó grabado. Y otra cosa te digo, y es que mis padres te querían (os querían) tanto como vosotros a ellos. Y que se hubieran llevado un disgusto tremendo al enterarse de que te habías ido sin decir adiós.

Porque hay personas, mi querida amiga, que solo saben llegar al corazón de los demás para una cosa.

Y esa es quedarse para siempre.

‪#‎SafeCreative‬ Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario