Que me imagino que lo habrá. Después de tal sarao qué menos. Unos canapés y unas copitas de algo, a ver… para que las celebritys recuperen energías después de una semana comiendo lo justo para caber en el vestido de Cenicienta o el esmoquin. Porque los intelectuales cuando se visten de etiqueta lo hacen al detalle. Que para eso son profesionales de la interpretación. Ellas muy reivindicativas en su papel de empoderadas pero con las arrugas estiradísimas por el maquillaje y esos bodys de infarto. Y los tíos en plan guay algunos, o sea de etiqueta y sin camisa, pero igual. Conjugando el verbo amar con toda la boca y agradeciendo su labor a la madre que los y las trajo al mundo. Que guay del paraguay porque así es. Sin madre nadie llega hasta la gala de los Goya. Bueno, igual ahora sí pero no es lo mismo. O sea, no puedes subirte al escenario, colocarte ante el micro y dar las gracias a la probeta y el equipo médico. No suena igual.
No queda igual.
Pero a lo que iba. El catering y eso. La gente que llevaba currando todo el día. Los camareros y cocineros y camareras y cocineras. Y quienes han preparado las salas y el teatro y todo. Y las personas humanas que están esperando a que la gala acabe para hacer lo suyo: los técnicos desconectar, los recogedores recoger y los camareros atender a los hambrientos. Que parece mentira que la mayoría de los actores hayan tenido que currar en bares para que a la hora de la verdad sean tan poco empáticos. Porque tanto discursito solidario con los desahucios y la inmigración y nadie tuvo una palabra para los técnicos y el personal de hostelería que se iban a ir a casa a las tantas porque el divismo de los premiados alargó la gala hasta más allá de lo permitido (moralmente) por los sindicatos. Que ya me veo al cocinero del refrigerio posterior cagándose en lo más barrido mientras los canapés iban perdiendo prestancia en la nevera de tanto esperar a las estrellas. Y a las camareras mandando wasaps a casa para decir que no las esperasen despiertas y que al niño no le dieran leche en el desayuno porque es intolerante. Y que ni se les ocurriera pagar un real por ver una sola de las pelis premiadas en el cine.
Lo dicho: solidaridad con el servicio.
(y con el espectador)
#SafeCreative Mina Cb
Y otra cosa: con lo que cuesta alguno de esos vestidos se evitan por lo menos dos desahucios.
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