martes, 4 de octubre de 2022


 

EL TUBO

Hay imágenes que abren de par en par el baúl de la memoria. Lo abren sin complejos y sin tamices, de modo que la luz lo inunda y lo realza hasta el punto de hacerlo casi tangible a los sentidos.
Ahora mismo, exactamente, me acaba de pasar con esta. Ha sido verla por las redes y volver de un salto a los dieciséis, o incluso antes, cuando la vida era un libro en blanco en el que ir anotando todos los acontecimientos que estaban por venir.

Ya no era este el Tubo de nuestros padres, ese de las costilladas por Santa Ana, pero tampoco el de nuestros hermanicos, o sea la zona nocturna en la que se concentraba la juventud más alternativa de la zona. Y, desde luego, tampoco esa sombría zona en que lo convirtió, a principios de los míticos ochenta, la maldita heroína.

El Tubo por el que yo empecé a moverme, esa herencia de la generación paterna, era una calle estrecha repleta de tabernas bien diversas en las que la chavalería recién salida del cascarón convivía con los chiquiteros de toda la vida. Empezaba, como se ve en la foto, por ese bar Freddy (entonces lo inglés estaba muy de moda) a la entrada de Concarera y terminaba en el Munilla, el de las rabanetas, que alargaba el paseo etílico algo más allá de San Julián, ya en pleno Verjas. Pero entre uno y otro se podía echar la tarde sin ningún problema. Zurito va, zurito viene, pasabas por el Tarijas, La Cepa, la Ribera, el Boris (donde me salió una mosca carbonizada del Royal Crow que estaba fumando) la primera Eva o la Higuera (estos tres ya en la calle del nombre del último tugurio) y otros muchos que ya no recuerdo. Fue en el Txamboli donde un buen amigo, ya tío abuelo, nos dio la noticia del advenimiento de su primer sobrino, en la Cepa donde una amiga me dio un enorme disgusto y en el Moncayo donde nos enteramos de la muerte de Fernando Martín.

Aparte, muchas notificaciones de bodas, noviazgos o rupturas. Muchas borracheras de amigos de permiso durante la mili. Muchos reencuentros con los universitarios que se habían ido fuera y al final muchas horas, muchas risas, muchas experiencias y, sobre todo, mucha vida. Incluso durante los duros años del caballo y luego algo más tarde, en esa época en el que el Tubo ya había dejado muy atrás los tiempos, como los de esta imagen, en que lo frecuentábamos a plena luz del día.

#SafeCreative Mina Cb

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