sábado, 15 de octubre de 2022


 

AMIGOS

- Me suenan tus bigotes.
- Y a mí los tuyos.
- Ahora caigo… ¿No eras tú el gato de la loca esa que hace collares de hilo?
- Pues creo que sí pero no lo tengo claro. Es que se me iba la cabeza ¿sabes? Últimamente ya no sabía si había comido o no. Pero me acuerdo de que antes de marcharme me pusieron una lata de atún. O igual era salmón. No sé. O conejo sobrante del día aquél que le vaciamos la olla y la dejamos sin comida. ¡Qué rebote se pilló!
- Tenía genio, sí. Alguna vez venía por casa. Era un hacha haciendo cosquillas en la nuca.
- Dímelo a mí. Eso y lo del genio, que cuando me ponía muy pesado me pegaba unos chillos…
- Pues como la mía. Que ni te quiero contar cómo se puso el día que salté al teclado y le borré no sé qué… Qué tía… siempre con sus cuentitos, como si no existiera nada más.
- Y las cervezas… que en cuanto una venía lo primero que hacía la otra era sacar la jarra y la latita. Y luego se iban juntas y aparecían a las tantas por casa. Mi dueña al menos.
- Vale, pero reconoce que nos querían un montón.
- Un montón, sí. Pero tienen las dos muy mala leche.
- Eso sí… ¿y los novios? ¿qué me dices de los novios? Porque menudo ojo de lince tanto la una como la otra.
- Buenoooooo… eso es capítulo aparte. Yo me acuerdo de ese que tocaba la guitarra, que yo me escondía en la funda. Y cuando se iba de casa me colaba por la puerta escaleras abajo para que me subiera en el ascensor. Les hacía a los dos una gracia…
- Ay, los guitarristas, no me hables, que si yo te contara…
- Bueno, y el vencejo. Que un día apareció con él y poco pudo que lo sacó adelante. Y eso que lo crió entre nosotros. Porque no sé si lo sabes pero en casa éramos cinco. Al último lo recogió de la calle hace un par de años o así. Esta es que no sabe ver a nadie desvalido, tiene menudo corazón.
- Yo es que como llevaba tantos años enfermo no podía tener compañía. Salvo el loro cantajotas, que llegó para un tiempo y ahí está. Me gustaba joderlo cuando se metía dentro de la jaula. Me ponía a dos patas y la sacudía como si fuera un terremoto. Si estaba fuera no, que se ponía farruco y me asustaba.
- ¿Y al final que te pasó?
- No lo sé muy bien. Un tumor parece. Pero hasta el martes estuve tan feliz. Hasta me había escapado el domingo, que menudo sofocón le dio.
- Pues como yo. Hasta ayer. Pero creo que lo mío era demencia. Tiene gracia, mira que encontrarnos aquí, en el depósito, después de un final tranqui, sin sufrir, cada uno junto a su amita.
- Sí, creo que hemos tenido mucha suerte. Y una buena vida.
- Desde luego que sí.
- ¿Me vas a acompañar cuando nos lleven al otro lado?
- Pues claro, te daré la patita.
- Qué gracia, como el loro. Oye ¿cómo te llamas?
- Yo Gau Beltz.
- Yo Robin.

#SafeCreative Mina Cb

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