martes, 19 de abril de 2022


 

TAMPOCO ES PARA TANTO…

Durante dos años la tierra ha descansado. Los días, las semanas y los meses se han ido sucediendo y este hermoso paraje ha visto las hojas brotar y caer para rebrotar nuevamente en primavera. Las garzas y otras aves se han paseado por aquí como lo que es, o sea su hogar. Ese hogar que algunas abandonan en invierno y que otras han convertido en residencia permanente. Los insectos se han movido entre las flores y el follaje, llevando a cabo sus misiones de conservación de su propia especie para beneficio de todas las demás. Y los grandes y pequeños mamíferos han recorrido, sobre todo por la noche, los estrechos senderos, buscando agua y comida y dejando a veces las huellas de sus patas impresas en el barro.

Nada, salvo la furia del río, la fuerza del viento o el estruendo de la tormenta, ha alterado la paz de este lugar durante dos años. A lo largo de estos veinticuatro meses este prado ha sido un hermoso vergel en el que reinaba el mas perfecto de los equilibrios. En el que la luz se alternaba con la sombra y en el que la presencia viva y constante del río aportaba a sus habitantes todo lo necesario para existir. De hecho, si los humanos desapareciéramos de la faz de la tierra, este soto seguiría como estaba hace tres días.

Hay quien lo justifica diciendo que son jóvenes. Que pasaron dos meses encerrados. Que se merecían un desahogo. Que seguro que hay alguien que lo limpia. Y que total, tampoco es para tanto.

Son adultos quienes dicen esto. Adultos. Adultos que seguramente tienen hijos y a los que esto les parece de lo más normal. Y a través de esta justificación es cuando al fin, tras media vida retirando la basura que otros abandonan, he podido entenderlo. He entendido que de nada sirven las campañas y la educación. Que de nada sirve que los profesores se dejen las meninges intentando concienciar. Que de nada sirve que se inviertan miles de euros en enseñarles a los escolares que el planeta es para siempre. Que de nada sirven los carteles, ni los vídeos, ni los slogans ni nada de nada. Ni el repetirles a estos incívicos niñatos que los servicios de limpieza sólo abarcan la superficie urbana, y que nadie, salvo grupos de voluntarios, o brigadas a las que se envía de forma puntual, como se hace cada año en este caso (“seguro que hay alguien que lo limpia”, como si eso fuera una justificación) a retirar la basura que abandonan este panda de señoritos, se hace cargo de su falta de civismo y consideración para con el medio ambiente. Y que ojalá los árboles y las plantas pudieran defenderse, y empezasen a gritar al ver alejarse a la chavalería dejando tras de sí este basurero. Ojalá los alaridos de los chopos se escuchasen desde las casas de sus padres, y los chillidos se les metieran en el tímpano, impidiéndoles dormir, y no les quedase otro remedio que levantarse de la cama, presentarse en el lugar en plena noche y dejarlo como lo habían encontrado al llegar por la mañana. U ojalá que el código civil, o el penal, pudiera establecer una sanción consistente en encerrar durante una semana en una mazmorra a la que no llegue un rayo de luz a cualquier persona capaz de hacer esto.

Quizás así estos malcriados fueran capaces de valorar la suerte que han tenido de nacer en un lugar donde existen rincones tan hermosos.

#SafeCreative Mina Cb
Soto de las Norias ayer, tras la celebración del Día del Ángel.
Todos esos desperdicios han sido retirados esta misma mañana por el servicio municipal de limpiezas. Gracias a cada uno de ellos, a Verónica, la concejala de Medio Ambiente y a Fernando Ferrer, responsable de la Mancomunidad de Residuos Sólidos de la Ribera.

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