LA VIUDA NEGRA

Ha llegado estos días a mis manos una reliquia en forma de CD de la Viuda Negra que me ha trasladado hasta el pleistoceno de mi juventud, cuando la Jao rebobinaba las cintas con un boli Bic mientras la Guarri, (¿aún con melenas?), atendía el tirador del mítico “Pekín”.

Fue por aquel entonces, creo, que lo mismo me confundo, cuando Janis, Christel, Puri y la propia Eva se embarcaron en esa aventura musical que, yo le dije a ella: “O lo petáis con esto o ya no lo vais a petar con nada”, frase desafortunada, según me comentó un amigo músico hace poco, que nunca debe de decirse a nadie que anda en proyectos de rocanrol, porque con eso le estás insinuando que si eso no le sale bien más le vale colgar el instrumento y largarse a fichar en una fábrica de seis a dos y de dos a diez. Con suerte.

El caso es que a mí me engancharon desde el primer momento. Me compré el casette de carátula violeta y ni sé las vueltas que dio en el autorradio del coche, en esos interminables trayectos vacacionales de cuando no había VíaT ni pasta parta la autopista. Ni aire acondicionado en el vehículo. Recuerdo una noche en Herrerías, delante del Amadeus, en uno de esos ciclos de música en la calle en el que también participaron los míticos Numidia, cuando el solo de violín arrancó “El fantasma de la ópera”. Entonces la cinta de casette sonaba nítida y moderna, potente como debe ser el rock y reivindicativa como eran ellas. Es por eso que hoy, al volver a oírlas después de tantos años, en digital y con una calidad un tanto trasnochada, me ha venido a la cabeza, además de las noches en el Tubo, el ajado sonido de los discos de Gardel que mi padre ponía los domingos, y a ese suspiro de nostalgia del tiempo que ya no volverá se ha unido la certeza de lo lejos que hubieran podido llegar estas chicas si alguien les hubiera producido un disco en condiciones, en plan última tecnología y emisión en los 40 Principales.

Así es el rocanrol.

#SafeCreative Mina Cb