LA FLOR DEL CARDO
La pasada primavera, para cuando el confinamiento se levantó, la naturaleza ya había llevado a cabo una buena parte de su proceso sin nosotros. El campo estaba lleno de insectos y me perdí el inicio de la floración de los rosales silvestres, así como el feliz acontecimiento de contemplar las primeras margaritas. Y a las golondrinas preparando sus nidos. Y a las cigüeñas empollando sus huevos. De hecho, al árbol del soto donde anidan, que en marzo estaba pelado, era casi invisible a los ojos cuando quise mirarlo la primera vez que pude volver a pasar por allí.
No obstante, y puesto que no hay mal que por bien no venga, el mes de mayo me regaló uno de los espectáculos más hermosos que jamas he visto, que fue el de unos parajes limpios y frondosos, incluso inaccesibles en algunos casos, y la presencia de aves en lugares en donde, de no haberse producido el encierro humano, jamás hubieran llegado a establecerse.
Añadiré también que jamás disfruté tanto contemplando la vida, los árboles y el río, y que en esos primeros días, y durante el resto de las semanas de bonanza, me he sentido como el preso que recupera la libertad después de una condena inmerecida. Y he rastreado los caminos, desde el amanecer hasta el ocaso, sorprendiéndome con todas las maravillas que la naturaleza ha tenido a bien poner ante mis ojos: desde un grupo de oropéndolas revoloteado bajo el sol hasta la manada de seis jabalíes que una tarde el destino quiso dejarme contemplar.
Es por eso quizás que esta mañana, ya próximos el invierno y la temprana caída de la tarde, ha llamado mi atención la reseca silueta de un cardo a la vera del camino. Y he pensado que dentro de poco su tallo se cuarteará y el viento se encargará de lo demás. Y he querido recordarlo verde y florido, con su pompón violeta destacando como un feliz penacho, y he pensado, esperanzada tras tantas cosas que he perdido y me he perdido este año, en todo lo bello que, seguro, me queda por delante, y en lo hermoso que será verlo de nuevo, vistoso y puntiagudo, brillar bajo los rayos del sol la primavera próxima.
#SafeCreative Mina Cb
La pasada primavera, para cuando el confinamiento se levantó, la naturaleza ya había llevado a cabo una buena parte de su proceso sin nosotros. El campo estaba lleno de insectos y me perdí el inicio de la floración de los rosales silvestres, así como el feliz acontecimiento de contemplar las primeras margaritas. Y a las golondrinas preparando sus nidos. Y a las cigüeñas empollando sus huevos. De hecho, al árbol del soto donde anidan, que en marzo estaba pelado, era casi invisible a los ojos cuando quise mirarlo la primera vez que pude volver a pasar por allí.
No obstante, y puesto que no hay mal que por bien no venga, el mes de mayo me regaló uno de los espectáculos más hermosos que jamas he visto, que fue el de unos parajes limpios y frondosos, incluso inaccesibles en algunos casos, y la presencia de aves en lugares en donde, de no haberse producido el encierro humano, jamás hubieran llegado a establecerse.
Añadiré también que jamás disfruté tanto contemplando la vida, los árboles y el río, y que en esos primeros días, y durante el resto de las semanas de bonanza, me he sentido como el preso que recupera la libertad después de una condena inmerecida. Y he rastreado los caminos, desde el amanecer hasta el ocaso, sorprendiéndome con todas las maravillas que la naturaleza ha tenido a bien poner ante mis ojos: desde un grupo de oropéndolas revoloteado bajo el sol hasta la manada de seis jabalíes que una tarde el destino quiso dejarme contemplar.
Es por eso quizás que esta mañana, ya próximos el invierno y la temprana caída de la tarde, ha llamado mi atención la reseca silueta de un cardo a la vera del camino. Y he pensado que dentro de poco su tallo se cuarteará y el viento se encargará de lo demás. Y he querido recordarlo verde y florido, con su pompón violeta destacando como un feliz penacho, y he pensado, esperanzada tras tantas cosas que he perdido y me he perdido este año, en todo lo bello que, seguro, me queda por delante, y en lo hermoso que será verlo de nuevo, vistoso y puntiagudo, brillar bajo los rayos del sol la primavera próxima.
#SafeCreative Mina Cb
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