TOQUE DE QUEDA
Ya lo decía hace poco
el Ibiricu en su Feis,
que con esto de las doce
no hay quien disfrute un bistec.
Y es que, como con las “fiestas”
el personal se desboca
ahora cierran a las doce
hasta los bares de copas.
Y claro, si se da el caso
de que sales a cenar
no hay tiempo, literalmente
para hacer todo el ritual.
Porque si los bares abren
como pronto, hacia las siete
y tú quedas a esa hora,
entre que llega la gente
y entráis a pedir las cañas
cuando haya sitio en el bar
(ya sabéis, el metro y medio
entre zagala y zagal)
son las siete y veinticinco
y aún no habéis echado un trago.
Y una vez que ya has pedido
es cuando empieza el teatro,
que es alternar risas, birras
mascarillas y distancias
mientras repites mil veces
la mitad de las palabras
porque, con la mascarilla,
entre que no ves la boca
y el sonido sale a medias
al fin no entiendes ni jota
y el chiste que de normal
hace reír si lo cuentas
ahora no lo pilla nadie
si no lo explicas por señas.
Pero, a lo que iba al principio:
y es que entre unas cosas y otras
si te echas más de una caña
se te va a pasar la hora
de la cena, pues si llegas
pongo por caso, a las diez
a la vez que la ensalada
te sacarán el café.
De modo que, los que son
de buen yantar y tertulia
andan cariacontecidos
porque no sacian su gula
ni les queda tiempo luego
para copa y carajillo
y fumarse, ya en la calle
y a la fresca, un cigarrillo
para entrar, tras el fumeque
al comedor, y pedir
otro chupito de orujo
y después irse a dormir
o a echarse cuatro cubatas
en algún local nocturno
y acabar llegando a casa
cociditos como pulpos.
Aaaay, el Covid, el Covid...
¡Que hartos nos tiene ese bicho!
Ya vendrán tiempos mejores
y podremos ser los mismos.
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