VIERNES
Son las once y el enano
que toca la batería
está ya dándolo todo
(su padre en primera línea)
Eva lo mira, ordenando
cosas detrás de la barra
cuando en estas que aparecen
por la puerta Luis y el Bryan.
Vienen (dicen) solo un rato
que mañana hay que currar
piden un par de cervezas
y el Bryan se lía a tocar.
Cuando al fin se marcha el crío
el Luis coge las baquetas
se sienta y le dice al otro:
“Yo marco el ritmo y tú entras”
Hace “tac-tac-tac-tac-tac”
con los palos en el aire,
se pone a tocar y el otro
se lía a los diez compases.
Llega Rebeca, que viene
con chuches para los perros
y dos paquetes de donuts
que irá repartiendo luego
mientras siguen a lo suyo
los del concierto, y al rato
entra el Alex, al que todos
conocen como “El rumano”
y se queda en el rincón
con una birra en la mano
a la espera de que Luis
le deje tocar un rato.
Entra el Dani, que aunque trae
su guitarra desde casa
se pone a tocar el bajo
y en estas que Luis se cansa
y el rumano, que por fin
ve que le van a dejar
toma posición y dice:
“¡¡Vamos a tocar metal!!”
Es el momento de Scorpions
de Manoward, de los Maiden
de Motorhead y de todo
lo que salga en Metal Hammer.
Es cuando el volumen suben
y los oídos atruenan
y los clientes más ñoños
se sacan los vasos fuera.
Poco a poco el chiringuito
se va llenando de gente
que se queda más o menos
según la cosa se tercie.
Están los que han ido siempre
al bar, y tienen cincuenta,
hay chavalillos más jóvenes
como el hijo de Rebeca,
gente que tiene grupillos
y que van a echar el rato
y que tocan... si les dejan
(que puede estar complicado)
cosas que van desde el “Sarri”
de Kortatu, o Barricada
a Nirvana, dependiendo
de quién toque y qué le vaya.
La noche se va animando
y la gente viene y va,
los tragos hacen efecto,
alterando al personal.
Hay grupitos en la barra
hablando a grito pelado,
gente que sale a fumar,
y algún cantante frustrado
que hace peligrar el show
hasta que Eva se mosquea,
le quita al micro el sonido
y se acabó la berrea.
Llegan entonces, y en grupo
los del clan de los mestizos:
Juani el cubano, y con él
tres o cuatro gitanillos
y se arrancan a tocar
entre el flamenco y el son,
el Jose con la guitarra,
Angel a la percusión
y el negrito roneando
con su acento caribeño
repartiendo sonrisitas
y mandando al aire besos.
Ya lleva un rato la trova
flamenca dándole al ritmo
cuando aparecen Alejo
Luis, el Marín y otro amigo
que se han cansado de andar
por ahí bebiendo cervezas
y se acercan para ver
si les dejan... Y les dejan.
El de los rizos agarra
el micro con muchas ganas,
Marín se pone a los platos,
Dani coge la guitarra,
Luis se ha colgado ya el bajo
y, en medio de una zorrera
infernal de alcohol y ruido
el espectáculo empieza:
los Zigarros, los Stones,
Bob Dylan o Calamaro,
los Dire Straits o Sabina...
Todo es posible en un rato.
Son ya cerca de las tres
y, como es noche de cenas
aparecen los forales
y les piden el “No hay tregua”
Y ahí que los tienes a todos
coreando, enfervorecidos,
y borrachos como cubas
lo del “Tirar del gatillo”.
Y es que la Eva es mucha Eva
y su bar es mucho bar.
¡Qué largo se hace este encierro!
Mi reino por una jam.
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