DE CABEZA MUY BIEN...
Querido diario:
Esta mañana cuando me he levantado para ir a trabajar nevaba. Me he acordado de Marquina, pobre hombre, qué mal tiene que llevar lo del encierro con lo que le gusta aldraguear con la cámara a cuestas. Bueno, y de los niños. Y de sus padres ciscándose en lo más barrido, mira que hay días para nevar en el año y tiene que ser ahora, que no pueden salir. Vaya batalla. Que no sé cómo no ha habido ya un infanticidio. O un fratricidio. O un parricidio. O cualquiera de esos cidios que se dan cuando a las familias se les cruza el cable. Que anda que no se les tiene que cruzar. Menuda suerte tengo yo, con mi gato. Lo he puesto a hacer cursillos y ya sabe jugar al ajedrez. Lo hace mejor que yo, de hecho. Y pasa el aspirador mientras estoy en el trabajo. Una joya de felino. Además que como no critica hasta he dejado de teñirme. Que entre eso y que en mi balcón no pega el sol voy a acabar como la Frozen. A él, sin embargo, se le está cayendo el pelo y lo malo es que la veterinaria está cerrada. A este paso, para cuando se acabe el confinamiento tendré un sphynx. Y casi mejor, porque este encierro me ha hecho descubrir un aspecto de nuestra relación que me había pasado inadvertido. Y es que igual soy alérgica. De lunes a viernes estoy bien pero el domingo a última hora se me carga un poco la cabeza , moqueo y estornudo. Al principio pensé que podía ser el virus pero no. Es él. Creo que por eso está perdiendo el pelo. Telequinesia. O adaptación. Como cuando eliges un novio cualquiera y luego lo transformas. Pero vamos, que me hace mucha compañía, ¿eh? Tenemos unas charlas.... Ahora le ha dado por los autores de la época de la revolución rusa y ni os cuento lo que estoy aprendiendo con él. Un poco aburrido, desde luego, en comparación con cuando empezó a leer a Quevedo, que a mí me gusta más. Pero oye, que el caso es sacar alguna enseñanza de este trance. Yo, no obstante, le insisto en que lea sobre ciencia, que con lo listo que es lo mismo le monto un laboratorio al lado de la caseta higiénica y me apaña una vacuna contra el bicho este. Tiempo tiene más que yo. E interés ni os cuento. Solo hay que ver lo fijamente que me mira cuando le cuento lo de lavarse las manos por arriba y por abajo. El otro día lo puse en el lavabo y lo hizo superbien. Y sin dejar caer una gota de agua al suelo. Lo que lleva fatal es lo de la mascarilla. Solo una vez he llegado a casa con ella y se me tiró a la cara como un tigre. No sé qué se creía. Que era una mercenaria o algo así. Ya ves. Una mercenaria yo. Y en estos tiempos. Que lo único que te dejan pedir a China es material sanitario, nada de Kalashnikoves ni cosas de esas. Y que están las calles de pasma que como para ponerse a competir. Cualquiera delinque. Lo único que te queda es hacer de francotirador, pero ya me dirás, menuda tontería. Como no salgas con el rifle al balcón a las ocho de la tarde... y no te iba a hacer nadie ni puñetero caso, que están todos ahí con las trompetas y los karaokes. Como mucho alguno pensaría que el AK 47 era un clarinete y te pedirían Paquito el chocolatero. Y ya tenías trauma de por vida.
Por no saber tocarlo.
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